- Buah, qué hambre -comentó Natalia, relamiéndose ante el festín que tenía ante sus ojos en el buffet del hotel.
- ¿Tenemos que recuperar energías, o qué? -preguntó la Mari, con la mosca cojonera detrás de la oreja.
- Eh... sí, sí, cla... claro. La tuna, la Champions... Ya sabes.
- Si es que hasta tartamudea -le susurró la Mari a Julia, que iba, al igual que ella, con la bandeja en la mano para llenarla de comida.
- La hemos perdido por una friki, tía -negaba la castaña con la decepción en el rostro.
- El piojo otaku acaba de aterrizar en el nido. Repito. El piojo otaku acaba de aterrizar en el nido -las alertó Marta, al ver a Alba entrar con su sudadera con capucha, las gafas y cara de muerta viviente.
- ¡Pero míralas, míralas! -les dio la Mari un golpe a cada una de sus amigas para que vieran la manera en la que se buscaban con la mirada y sonreían de alivio al verse de lejos.
- Ay, madre, que la saluda con la manita -se tapó Julia la cara con una mano, en negación.
- Escuchadme una cosita que os voy a decir, pero el piojo otaku parece que le da bola -comentó Marta en voz baja, viendo de reojo cómo Alba se acercaba a Natalia y le sonreía con los hombros alzados y cara de cachorra-. Igual no está todo perdido y el tallo bamboleante no tiene que pasar por el escarnio público de haber sido rechazada por la friki mayor del reino.
- Marta, mírame a mis ojos -Julia se puso seria, tirando de la pechera de su camiseta-. Le da bola, pero cuando consiga acostarse con ella y meterla a su cuadrante, ¿cuánto crees que le durará?
- La Nat no merece -suspiró la Mari, sintiendo prelástima por su amiga.
- Luego nos va a tocar a nosotras recoger los pedazos, aunque la veo fuerte, ¿eh? -animó Julia, viendo como era Alba la que iba correteando detrás de la morena riéndole todas las gracias-. Creo que se va a mantener firme y no va a consentir acostarse con ella. Confianza, tías.
- Sí, la Reche no tiene nada que hacer. Menuda es Lacunza, una roca. Mi amiga -la miró la Mari con orgullo, dándose un golpecito en el pecho.
Por su lado, Alba y Natalia estaban teniendo una conversación que ninguna se podía imaginar. Menos nosotras, claro.
- Hasta las doce no es el ensayo -le guiñó un ojo Natalia, asegurándose de que nadie hubiera visto ese gesto insinuante hacia su supuesta enemiga.
- Nat, la flora vaginal tiene que descansar -le reprochó entre risas Alba, subiéndose las gafas, encantada con lo a gusto que se sentía con toda esa situación. Natalia Lacunza babeando por ella, increíble.
- Le echamos un poco de abono y ya está. Que la tuya no, golfa jodida, pero la mía llevaba en barbecho unos meses. Tiene capacidad de recuperación -se mordió el labio, la fuerte Lacunza.
Alba correteó hasta ponerse a su lado y se puso de puntillas para poder susurrarle al oído.
- Anoche nos dieron las cuatro de la mañana retozando, Nat.
- Pfff, no me lo recuerdes, que te secuestro y mando el desayuno a tomar por culo -la miró muy seriamente, sin atisbo de broma en su mirada.
- Si me dejo, no es secuestro -elevó la rubia una ceja provocativa.
- Alba, ya deberías estar desayunando, que con lo que tardas en comer nos van a dar las tantas aquí y quiero tenerte desnuda en mi cama en media hora.

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Tunantas
FanfictionDos mundos diametralmente opuestos. Dos maneras de entender la vida. Dos líderes naturales de bandas rivales. Dos tunas estudiantiles, enfrentadas desde el inicio mismo de los tiempos, obligadas a entenderse. ¿Habrá algún cliché que no cumpla es...