CAPÍTULO 49

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POV Alba

Vale. Tal vez, y solo tal vez, enterarte de que había alguien tan obsesionado con joder a tu alguien, como para que cupiese la posibilidad de que me drogaran por accidente, no era la mejor forma de dar paz y armonía al inicio de una relación estable.

No, la verdad, no lo era ni un poco, para qué nos íbamos a engañar. Ni por asomo. Pero casi que me perturbaba más cómo ella era tan capaz de llegar hasta esas conclusiones tan rápido y sin que le sonase todo a película de ciencia ficción. Mis cortocircuitos mentales se habían quedado estancados en el momento en el que me pidió que la acompañara a un sitio, por lo demás, solo recibía cuadros surrealistas que dejaban al Guernica como la salpicadura de un sofrito mal hecho.

— Ven, ponte esto. — Pidió incluso antes de que saliésemos del apartamento.

— ¿Y tú?

— Estaré bien. — No opuse resistencia a que me pasara la coletita improvisada por el orificio de la gorra. Su gorra —. Es importante que, escuches lo que escuches, no levantes la vista del suelo.

No sabía si estaba más tensa ella o yo.

— ¿Por si nos reconocen? — Dudé de si ese era el verdadero motivo por el que me había hecho cambiarme.

Con la calda que hacía, con esta ropa oscura y recatada me iba a asar. Los pantalones viejos que había rebuscado en su antigua maleta eran muy bonitos, pero eran tan gruesos como para considerarlos de invierno y llevaban dos dobladillos de más. El jersey de cuello cerrado no era mucho mejor.

— ¿Confías en mí? — Su mirada vibró con intensidad al toparse con la mía.

— Sí.

No había otra opción de respuesta a eso.

— Entonces mantén la cabeza gacha a menos de que yo te haga la señal, ¿recuerdas la señal?

Pellizquitos.

— Sí.

— Bien. — Suspiró convenciéndose a sí misma.

Puse mis manos sobre las suyas, en mis mejillas, y cooperé todo lo que pude en que mantuviese a raya esa convicción. No podía echárseme para atrás ahora, era evidente que no podía o quería llevarme donde me iba a llevar, vete a saber por qué, pero quise dejarle bien claro en ese intercambio que le iba a hacer caso, que estaba al dos cientos por ciento metida en esto. Porque yo quería.

Le di uno de esos pellizquitos suaves como intento de romper un poquito toda esa consternación con la que me observaba. Al final, iba a resultarnos la mar de versátil aquella señal que había surgido para avisar a la otra de que nos teníamos ganas.

— Te amo.

Se terminó de beber toda mi razón y voluntad en cuanto selló esa afirmación con un beso, no dándome tiempo ni a contestarle, ni a desmayarme, ni a que me atacase un soponcio propiamente dicho.

Había que ver lo tiernos y suaves que eran siempre sus labios, la virgen.

¡Uf!

— ¿Qué drogas dices que me tengo que tomar, para que me digas y hagas estas cosas más a menudo?

— No digas eso ni en broma.

— Perdón... — Sonreí inocentemente, tirando de ella para que me diese de la única y vital adición a la que yo no iba a renunciar jamás —. Te amo.

— Eres tontísima.

— Me tomaré eso como que tú también.

— Vale.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now