CAPÍTULO 25

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POV Natalia

— ¿Queréis que nos hagamos una foto? — Propuse uniendo las palmas de las manos.

— ¿¡De verdad!?

Las caritas de ilusión que pusieron al confirmárselo me hicieron el día.

Cuando se acercaban simplemente para charlar y darme un abrazo era mucho más agradable que cuando sacaban el móvil directamente, porque aunque ya estaba bastante acostumbrada a lo segundo, siempre prefería poder tener un trato un poco más cálido y cercano con ellos. Me gustaba conocerles y nadie era igual, por lo tanto, tampoco merecían que se les tratase así.

Me despedí de los cinco dándoles un último abrazo y les aseguré que no había problema con que subieran las fotos a sus redes. Todavía llevaba el maquillaje y las extensiones que me habían puesto para el rodaje de esta mañana con Calvin Klein, pero por suerte no llevaba nada excesivamente delatador y no estaba saltándome ninguna cláusula de confidencialidad al dejarles entrever que se avecinaban cositas nuevas pronto.

En América, colaboraba a menudo en campañas publicitarias de varias marcas y revistas, no iba a ser una gran novedad, y además me moría de ganas de darles algo de material nuevo.

Quería estar activa laboralmente, de algún modo. Siempre había sido un culo inquieto.

Que fuesen tan respetuosos como para no querer decir que se habían encontrado conmigo, dándome tiempo suficiente para poder disfrutar de mi tarde en el Retiro, fue todo un detalle y me conmovió más de lo que fui capaz de expresarles. En verdad, era la tercera vez que me paraban y probablemente la información ya hubiese volado por Twitter, pero la intención era lo que contaba y estos pequeños gestos los agradecía desde lo más profundo de mi corazón.

Eran más bonitos que ocho bonitos.

— ¿Siempre es así? — Preguntaron en cuanto volví a la mesa.

— No, a veces es peor. — Bromeó la del pelo rosa.

Chasqueé la lengua dándole un manotazo y ella me contestó encogiéndose de hombros.

— ¿Qué? ¿Quieres que te recuerde lo divertido que es cuando se instalan en la puerta de tu casa los paparazis para interrogar hasta a Nala?

— ¡Ici! — La regañé abriendo los ojos de par en par, para luego centrarme en nuestra interlocutora —. Que conste que eso no pasa casi nunca, vivimos en un barrio súper seguro y tranquilo con unos vecinos encantadores, así que Marilia no...

— Natalia, no te preocupes. — Cortó Lidia sonriente —. He percatado que estabais bromeando.

— Pues menos mal. — Fulminé a la culpable.

— Intensa.

Las tres nos acabamos riendo poco después y mi foco se desplazó hasta la pequeña rubia que se entretenía con la dóberman a la sombra del árbol. Había estado tremendamente receptiva durante toda la comida, así que estaba muy orgullosa de todo lo que estaba poniendo de su parte para mantener el buen ambiente que habíamos creado entre todas.

Tener aquí a dos de nuestros mayores apoyos era de gran ayuda.

— De todas formas, la expectación que generas es evidentemente enorme. — Comentó la de las ondas cobrizas —. Es curioso, nunca había tenido cerca a alguien tan... Relevante.

Solté una carcajada aireada, balanceando la cabeza.

— Bueno, tampoco es que sea tan relevante, no sé... — No me gustaba mucho pensar en ello de esa forma —. No es como si fuese Billie Eilish.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now