CAPÍTULO 7

17.1K 763 1.3K
                                    

POV Natalia

Ajusté las tiras para que la parte superior del peto dejara de escurrírsele por los hombros. Mis padres se lo habían comprado dos tallas más grande para que no se le quedara pequeño en dos días, como pasó con el último, pero ella había querido ponérselo enseguida y le importaba muy poco quién le dijese lo contrario.

Tampoco es que intentáramos convencerla, estaba absolutamente preciosa.

— Se parece a uno de tus diseños, ¿verdad?

Giró el móvil para enseñarme a lo que se refería, y enseguida me fijé en el vestido de tul con los mismos tonos celestes que los ojos de la modelo.

Será...

Que la cancelación de mi asistencia coincidiese con la confirmación pública de la suya, ya iba a dar suficiente de qué hablar como para que se atreviese a presentarse al evento con algo de mi - aún anónima - firma.

Era un proyecto pequeño, apenas nadie sabía de su existencia y solo estaba probando algunas ideas. Estaba a años luz de ser un plan viable y, a lo que quería destinar las ganancias, era lo suficiente importante como para que quisiera tenerlo todo perfectamente atado antes de dar cualquier paso. Pero en cuanto Bárbara se enteró, tiempo le faltó para querer pujar una cantidad desorbitada por mi primera colección. 

Según ella estaba ansiosa por participar. Según mi experiencia: todo lo que tenía de despampanante, lo tenía de caprichosa.

Me negué en rotundo a darle el conjunto que quería, pero acepté a crear algo solo para ella si prometía mantenerlo en privado. Los medios no podían saber que era mío si no lo revelaba, el misterio y el poder de la especulación era con lo que estaba jugando, pero podría haberme avisado de que lo iba a llevar delante de ochocientas cámaras. No era la única que tenía algo sacado de mi cuaderno y el pequeño bordado que utilizaba como firma era bastante característico.

No me interesaba que alguien lo relacionase.

— Uy, uy, uy... Esa cara es de que el tío Hugo va a tener que encargarse de esto.

Sacó los labios hacia afuera a modo de mueca, abriendo en exceso esos ojos oscuros llenos de destellos canela.

Pequeña sabionda.

— Esta cara es de que llevamos más de quince minutos encerradas en los vestidores... — Le atrapé la nariz —. Y huele a pies.

Sacudió la cabeza con una sonrisa, deshaciéndose de mi mano y siguiendo con su chafardeo a través de mi cuenta principal de Instagram. Le dejaría mi privada si no tuviese una abandonada para ella sola, pero preferiría volver locos a mis seguidores compartiendo vídeos de cabras y animalillos varios.

— Al tío Santi le huelen peor y le queremos igual. — Contrapuso como justificación —. Está mal eso de rechazar algo solo por su olor, Nat.

Chasqueé la lengua arrebatándole mi móvil y dejándolo sobre mi bolsa. Tenía razón, pero no era momento de reírme, porque a este paso nos iban a dar las uvas aquí dentro.

— Marilia...

— Hola.

Me enseñó su blanca hilera de dientes, con una sonrisa de oreja a oreja capaz de deslumbrar a cualquiera. El curso de teatro al que se apuntó le había dado muchos trucos, pero yo los cazaba al vuelo y iba a necesitar mucho más que su apariencia angelical para disuadirme. 

— Empieza a soltar por esa boquita por qué no quieres salir.

Suspiró dejando caer los hombros y mantuve la insistencia en mi mirada. No íbamos a poder hacernos las remolonas eternamente.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now