CAPÍTULO 12

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POV Natalia

Los murmuros que salían de mi garganta eran tan tenues, que prácticamente quedaban cubiertos por las cuerdas resonando contra mi pecho.

"La guitarra es especial, porque vibra directamente contra el corazón"

Cuando era pequeña, mi padre me enseñó a fundir mis pensamientos en forma de acordes, notas y armónicos improvisados. Siempre se nos había dado mal hablar de emociones, pero me brindó la posibilidad de crear mi propio lenguaje y yo me vicié a expresarme a través de la música. En todas sus expresiones.

Como en el baile, la mayoría de mis letras salían sin motivo aparente, desde lo más profundo de mi subconsciente y de una forma tan fluida que apenas me daba cuenta, por eso siempre las había considerado algo tan sumamente privado. Pero con el tiempo me había acostumbrado a compartirlas, sin explicarlas, solo entregando una pequeña parte de mi alma al que quisiera recogerla y sin esperar nada a cambio. 

Y no podía estar más conmovida porque hubiese gente verdaderamente dispuesta a escucharme. No podía estar más conmovida, porque cierta personita de metro treinta fuese una de ellas.

"Corre tapa con tu luz
repara con amor cada fallo en mi sistema,
pega por favor todas mis piezas"

Seguí rasgado con mucha suavidad, entonando versos sueltos de aquella canción que ya casi tenía en el olvido y observando cómo sus párpados se iban cerrando poquito a poquito. 

"Quédate, mánchame de ti,
mánchame de ti"

Ojalá las cosas fuesen más fáciles y pudiera pedirle que se quedara. Ojalá la decisión dependiera de nosotras.

"Quédate en esta casa gris
llena de grietas,
asusta la tormenta"

Sus ojitos pardos se abrieron de par en par ante el estallido de otro trueno, buscándome con la mejilla - aún - apoyada sobre sus manitas y con el exceso de brillo acuoso acumulado en sus pestañas.

Mi solecito.

Dejé la guitarra a un lado para arrastrarme por la alfombra y pegarme al sofá, apartando algunas ondas doradas de su carita y presionando mis labios contra su frente. No parecía estar demasiado caliente ahora, la sopita y los mimos que nos había dado mi madre durante toda la tarde habían surtido efecto; pero hacía ya un buen rato que la había obligado a marcharse a casa, temiendo que acabara ella también contagiada, y mi pequeño angelito seguía sin querer dormir.

— Te amo más que a las estrellas, Natinat.

Sonreí al escuchar su vocecilla llamarme cómo lo solía hacer cuando apenas sabía hablar, apoyando el codo sobre los almohadones y la barbilla en el dorso de mi mano. 

— Y yo te amo más que a nada en el universo, principesa.

Contrajo el gesto con una mueca adorable, consiguiendo derretirme entera mientras le acariciaba la espalda por encima de la manta.

La teníamos acostumbrada a tener un concierto acústico casi todas las noches y, ahora que me había quitado las uñas, poco había tardado en recuperar mi vieja guitarra para dejarme volar con ella. Pero no sabía el tiempo que había pasado desde entonces y ya me estaba empezando a doler la garganta. Y la espalda. Otra vez.

Puta gripe.

— ¿Quieres que veamos una peli? — Propuse dando palmadas sobre su culete.

Come Back And TryNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ