CAPÍTULO 27

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POV Natalia

Dejé caer el teléfono entre los cojines antes de abrir mis brazos de par en par, recibiendo enseguida el impacto de un peso muerto y soltando un quejido más por gusto que por molestia. Me encantaba que me aplastaran. Y si eso venía acompañado de crema de cacahuate, era aún mejor.

— Te adoro. — Le quité la cuchara de la boca.

— Yo más. — Me besó la mejilla.

— Tía. — Reí limpiándome en su hombro —. Estás pegajosa, qué asco.

— Te jodes. — Encogió la nariz, haciendo brillar su septum plateado —. Aparta, hazme sitio.

Si se tratase de otra persona, ya estaría poniéndome histérica por la simple idea de que manchara la alfombra o el sofá, pero tratándose de ella, sabía perfectamente que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de no derrochar ni un gramo de aquel bote de cristal. Toda una vida juntas era suficiente para saber cómo de sagrados eran sus antojos espontáneos.

Me desplacé un poco hacia el borde, dejándola pegada al respaldo, y no dudé en meter la cuchara dentro de aquella masa pastosa de color beige. Al principio la detestaba, pero había aprendido a pillarle el gusto.

— ¿Me vas a contar por qué llevas más de veinte minutos sonriéndole al móvil como una gilipollas? — Preguntó clavando el codo en el sofá.

Solté una carcajada mientras el sabor mantecoso se expandía por mi paladar.

— ¿Llevas más de veinte minutos mirándome, Íciar? — La piqué sinuosa.

— Es mirarte a ti en camiseta y tanga o al catedrático bigotudo de mi Universidad... — Se apoyó en el dorso de la mano —. Tampoco es que tenga muchas más opciones.

Me reí abiertamente porque llevaba una eternidad postrada frente el ordenador, tomando apuntes de una conferencia que era lo más infumable que había visto nunca. La primera mitad me esforcé por estar con ella en la mesa, haciendo de apoyo moral e incluso quedándome con algunas partes, pero la cardiología y las ciencias no eran lo mío, definitivamente. Y suerte que el resto de la tropa se había quedado en casa de mis padres, porque si no su grado de silencio y concentración iban a ser nulos.

La llovizna que caía de fondo era relajante, por lo menos.

— Damion me ha enviado un arreglo increíble con lo que le pasé ayer. — Contesté a su primera pregunta —. Estábamos hablando.

— ¿La canción que me enseñaste? — Inclinó el tarro para que pudiera recargar mejor la cuchara.

— Sep.

— El mundo no está preparado para lo que se viene con vosotros dos.

— Eso espero.

Sonreí tratando de no decirlo muy alto. No quería gafarlo.

— Si seguimos así, para final de mes la tendremos acabada y entonces solo quedará enseñársela a Lou. — Hice un rápido pronóstico —. En verdad estoy más nerviosa que ocho nerviosas, me va a dar algo.

— No me extraña, hija mía. — Agregó burlona —. Estáis todos como una regadera.

Volví a llevarme el cubierto lleno a la boca y abrí los ojos de más mientras lo chupaba. No iba a discutirle eso.

Lo de crear un sello discográfico propio era una locura, pero Paul llevaba más de dos años trabajando en ello y Lou tenía toda la intención de lanzarlo a flote en cuanto estuviésemos de vuelta. Me conocía, sabía que era buena cazando talentos y que no apoyaba nada de lo que no estuviese cien por cien segura, así que la propuesta de crear una ramificación de su propia compañía - con gente de confianza - le ganó desde el primer minuto.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now