CAPÍTULO 43

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POV Alba

(23:42) GatiNat: Basta. Me estás poniendo cachonda.

Leer ese mensaje estiró mis comisuras como si del mejor regalo se tratase.

Reunirnos en mesas contiguas estaba siendo tan arriesgado como que quedásemos frente a frente, como que mis ojos no pudieran parar de buscarla, como que los suyos me correspondieran sin pedirlo, como que mis dedos llevasen un buen rato paseándose por mi escote y mi cuello, como que las luces del salón se hubiesen reducido para potenciar las que enfocaban el pequeño escenario al que todos estaban mirando.

Todos, menos nosotras. Nosotras y nuestras sonrisas a escondidas, nuestros mensajes enviados por debajo de la mesa, nuestros pequeños gestos de complicidad... Pero no, que pudiese disfrutar de tenerla tan cerquita no había sido culpa mía. No del todo.

Cuando entré al salón principal, Marina estaba instalada con Hugo y pronto se les unieron las chicas. Me había encontrado a Carlos por el camino, me había pedido que avisara a su churri de que le estaban reteniendo por unos negocios, así que tampoco me había quedado mucho más remedio que acercarme, saludar a la parejita con algo de vergüenza y agradecer internamente toparme con una simpática acogida.

— Tú debes ser la artista revolucionaria de la que todos hablan. — Los ojillos rasgados de la que no conocía destellearon en su oscuridad, resultando contradictoriamente luminosos —. Un placer conocerte al fin, Alba Reche, yo soy Clara.

Acepté el apretón de manos con la misma calidez y respondí a su entusiasmo de igual manera, había algo en su tono dulce y ligero que hacía sencillo seguirla, me hizo ilusión que se sintiese tan alagada y representada con las pequeñas referencias a la cultura africana que había utilizado en algunas de mis obras, siempre desde el cariño y el respeto. Era un honor que lo percibiese así.

— Hola, Sabela. — Me costó un poco más mantener los nervios.

Asintió con una sonrisa y me dedicó un breve saludo. Estaba muy guapa. El pircing plateado de la nariz era lo único que le hacía romper un poco con su estética tan de los años treinta, y la belleza evidente de su acompañante no era algo que pasase desapercibido tampoco. Encajaban francamente bien.

— Cariño, cuéntale a Alba lo ricas que están mis bolitas de coco nigerianas. — La morena le pasó un brazo por encima, riendo junto al resto.

— Oye... Déjame en paz. — La rodeó, sonrojándose por una broma que no capté.

— Eh, ¡no! — Hugo levantó las palmas hacia el techo —. Que la rubia es intolerante a los lácteos, no me la matéis tan pronto.

— Aww... — Mi hermana apoyó los codos en la mesa —. ¿Natalia te ha dicho que es intolerante a los lácteos?

El de los rizos la miró con una media sonrisa, mostrando sus hoyuelos.

— Me encanta esta chica. — Decretó sin pensárselo mucho.

Un parraquito le dio. Me di cuenta cuando la pequeña me miró abriendo la boca y el causante fingió no darse cuenta, soltando una carcajada aireada y desplazando sus ojos verdosos por los confines de la sala.

No había que ser muy listo para saber qué estaba buscando, yo también lo había hecho.

— De todas formas, mis bolitas de coco están adaptadas y son totalmente veganas. — Clara especificó, volviendo al tema principal — Podrías comerlas sin peligro, Alba.

— Díselo, cielo. — Su novia le acomodó las solapas de la americana —. Que Hugo a veces es un tonto.

— ¡Eh! — Se quejó volviendo a sus amigas —. ¿Por qué siempre acabáis todas metiéndoos conmigo? Esto es dragonfobia.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now