CAPÍTULO 15

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POV Natalia

Seguí el gesto con el que hizo desaparecer su labio inferior entre sus dientes, manteniendo la respiración a un ritmo pausado e instándome a mí misma a apartar la atención de ahí cuanto antes.

Era mucho más sencillo cuando había algo con interés potencial en lo que centrarse. Algo que no estuviese en su cara ni en su cuerpo, preferiblemente.

El camino hasta llegar a los zafiros amarillos tras sus pestañas fue largo. Cada detalle de su piel porcelanosa me retenía, cada micro expresión era un enigma por resolver y cada viruta alrededor de sus pupilas brillaba con una intensidad apabullante. Resplandeciente. Cegadora.

El contacto de mi espalda con la pared dejó atrapadas mis manos a la altura de mis lumbares. La distancia que gané con eso no fue mucha, pero enseguida se convirtió en nula cuando pegó su estómago al mío y levantó la barbilla, haciendo que sus rizos plateados cayeran hacia atrás y nuestras respiraciones se entremezclaran.

Puede que durante los últimos días hubiésemos tenido algún que otro acercamiento, pero esto era arriesgarse demasiado y pasarse ocho pueblos.

— Alba... — Mi tono de advertencia estaba más que implícito.

La fina tela de mi camisa y su vestido ajustado no servían de barrera para que su calor no me quemase.

— Sshhh... — Susurró repasando mis facciones —. No huyas, Natalia. 

Contuve el aliento cuando sujetó mi cadera con una de sus manos y alzó la otra hasta poner el pulgar sobre mis labios, notando como mis músculos se engarrotaban mientras deslizaba el resto de sus yemas por mi mandíbula. Tan suaves, tan finas, que - inevitablemente - mi piel se erizó con su paso.

— No hay lugar al que puedas huir de mí, gatita. — Completó con un tono ronco —. Lo sabes.

¿Qué? ¡No!

No me gustaba esto.

Presionó con más fuerza cuando intenté moverme, clavando sus dedos en mis mejillas y haciendo que fuese repentinamente consciente de que estaba inmóvil. Acorralada, con su pierna entre las mías y sin tener ningún tipo de espacio por el que poder escapar.

Mierda.

— Alba. — Mi pulso se disparó —. ¿Qué haces?

Sus ojos impactaron con los míos y la oscuridad que apareció en ellos me empujó contra el precipicio.

— ¿Qué crees que estoy haciendo, Nat?

<< — ¿Qué quieres que te diga, Alba? — Le dije —. Yo también estoy cansada.

— ¿De qué? ¿De que tu nuevo juguete no pueda distraerte lo suficiente como para ignorarnos al resto?>>

Tragué en seco mientras intentaba sacar mis muñecas, pero parecía haber cadenas pesadas a su alrededor y me estaba empezando a abrumar. Me sentía débil, vulnerable, servida en bandeja para ser la presa fácil de un depredador.

Y odiaba esa sensación con toda mi alma.

— Alba, basta. — Demandé con severidad.

No quería hacerle daño, no quería que ninguna de las dos volviera a salir mal parada por un deseo irracional y tóxico que podía ser fácilmente controlable. Porque eso era lo que había entre nosotras.

No podría ser otra cosa.

<< — Deja de decir que estás enamorada, Natalia. ¡Joder! — El grito se clavó en mis entrañas —. Tú no tienes ni puñetera idea de lo que es eso. Tú solo follas con unas y con otros, porque te lo pasas bien, porque te gusta el riesgo y te gusta experimentar... Y ahora estas perdida y te estás aferrado a un clavo ardiendo. Solo porque te entretiene. >>

Come Back And TryWhere stories live. Discover now