CAPÍTULO 22

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POV Alba

Mordisqueé la punta del lápiz, completamente sumergida en aquel montón de versos libres - sin apenas signos de puntuación - que conseguían ponerme la piel de gallina.

Siempre me había fascinado el modo en que algunas palabras, que por sí solas carecían de significado, podían llegar a combinarse hasta crear sensaciones tan nítidas y conmovedoras como para removerte todo por dentro. La lectura era una de las pasiones que me había acompañado durante toda mi existencia, y más desde que descubrí el primer poemario olvidado en la vieja estantería de mi abuela, pero los temas tan sumamente importantes que trataba aquella autora eran - entre otros muchos - los motivos que me llevaban a releer esas páginas una y otra vez. Páginas dónde reinaba la carencia de mayúsculas y las ilustraciones minimalistas eran tan relevantes como todo lo demás. 

El equilibrio perfecto entre lo reivindicativo, lo refrescante y lo inspirador. Justo el terreno dónde yo intentaba moverme.

Anoté un par de cosas más en los margenes antes de que mis ojos se desviaran hacia el reposa-brazos del sofá. Era tarde. Hacía horas que Marina se había marchado para recibir a su novio en el aeropuerto y no creía que destinase mucha energía para mensajearme en medio del rencuentro, así que la vibración que encendió la pantalla del móvil me descolocó.

Dejé el lápiz apoyado entre las páginas para estirar el brazo y alcanzarlo, dando gracias a que estuviese bien sentada al ver la última notificación que había llegado.

Ay, madre.

(01:13) Nat: Hola.

(01:13) Nat: Estás despierta?

Lo sujeté con ambas manos intentando no entrar en pánico sin motivos, formando mil teorías por las que podría tener la necesidad de hablarme a estas horas. Lo suyo normalmente se reducía a trabajo o a comprobar el estado de mi muñeca maltrecha, pero yo estaba muchísimo mejor y ya habíamos ajustado nuestras reuniones de la semana. El dato me tranquilizaba más bien poco.

Vale. No pasaba nada. Tenía insomnio y ya llevaba un buen rato con Ici. 

La pareja me avisó de que estaba en casa de los Lacunza alrededor de las ocho. Todo había ido según lo previsto y el mejor amigo de mi padre me comentó que estuvo charlando con ellos durante todo el trayecto, así que tanto ella como Paul tenían que estar agotados y lo más lógico era que se hubiesen quedado dormidos ya.

Es más, seguramente Natalia me estuviese escribiendo para hacer un último ajuste de horarios o para cancelar alguna cita. No solía hacerlo y eso iba en contra de mis enormes ganas de verla, pero la situación lo meritaba. Era totalmente comprensible que quisiera pasar tiempo con ellos.

(01:15) Nat: Sabes que puedo ver que no dejas de escribir y borrar, verdad? 

Mierda. Patético.

Inhalé hasta que no me cupo más aire en los pulmones y lo expulsé todo de golpe, cuestionándome si era necesario enviarle una confirmación de lo que ya era evidente. Yo no tenía más mala pata porque no me entrenaba.

(01:15) AlbaMReche: Hola!

(01:15) AlbaMReche: Sí, sí, estoy despierta, me he entretenido leyendo.

(01:15) AlbaMReche: Y tú? Todo bien?

Deslicé el pulgar repetidamente sobre las puntas del libro que descansaba en mi regazo, esperando a que contestara y haciendo un ruido por el que Queen levantó la cabeza de su cojín. Tenía la lenguita fuera.

— Perdón. — Murmuré dejándolo inmediatamente.

Volvió a tumbarse decidida a ignorarme y tuve otra pequeña arritmia al ver que ya había enviado algo. Tenía bastante asumido que iba a ser siempre así.

Come Back And TryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora