CAPÍTULO 2

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POV Alba

*Tres años antes*
Madrid (España)

El sonido de la campanilla tintineando marcó mi llegada. Era temprano y el sitio estaba bastante concurrido para ser festivo, pero no me hizo falta más de un barrido por las mesas para saber hacia dónde debía dirigirme: final de la cafetería, junto la cristalera que servía como el mirador, en la zona más apartada.

No debería sorprenderme.

Conforme me acercaba, los setos me dejaban ver algo más que su abundante melena cayendo en forma de cascada sobre su espalda. Parecía entretenida mirando el paisaje, pero no necesitaba que se moviera para saber que ya era consciente de mi presencia.

Eleanor era una depredadora. La habían convertido en una depredadora. Y pese a saber su historia, gracias a un melenas alocado que cada vez veía menos, seguía removiendo tanto en mi interior que estaba segura que podía - incluso - olerlo.

Igual que yo había olído el hedor ferroso de la sangre cuándo me la encontré haciéndose un torniquete en el baño de la academia.

De eso hacía casi un mes. Y se suponía que yo no debería haber estado ahí, nadie debería haber estado ahí un domingo en plena madrugada, pero yo tenía insomnio y ella una bala incrustada en el brazo. Ni siquiera sabía cómo había podido apañárselas para no desmayarse, porque yo estuve a punto de hacerlo. Repetidamente.

— Si vas a pasarte todo el tiempo ahí mirándome, podrías haberme ahorrado el viaje.

El tono distante que utilizó me hizo reaccionar, retomando mi rumbo hasta sentarme en el asiento de enfrente. Llamarla había sido de las cosas más inesperadas que había hecho, pero después de verla casi desangrándose ante el espejo, su falta de señales de vida me estaba comenzando a inquietar.

Era contradictorio, hasta ahora no había soportado que ella y mi padre compartieran el mismo espacio vital, sobretodo porque me daba cuenta de cómo él la miraba y no quería que la francesa tuviese la oportunidad de aprovecharse de eso. Pero el poco interés que le ponía era tan evidente, como la forma en la que se quedaba mirando el retrato de Noemí cuando creía que nadie le prestaba atención.

No era lo mismo, ni de cerca, pero entendía ese amargo sabor a pérdida que opacaba todo lo demás.

— Te he pedido un latte descafeinado con leche de avena. — Anunció despegando sus ojos oscuros del cielo encapotado —. Pero si pretendes tomar otra cosa, todavía puedes ir a cancelarlo.

Que se hubiera fijado en lo que solía tomar en el Galerian, demostraba que me tenía tan controlada como yo a ella. No sabía hasta qué punto eso era bueno.

— Está bien, gracias. — Asentí sin darle importancia.

Llevar manga larga y fular en pleno junio podía ser una nueva moda, pero sospechaba que ocultar cicatrices a medio sanar era el verdadero motivo.

Aún me acordaba de cómo mordía aquella toalla enrollada, tratando de sofocar los gruñidos mientras ella misma se hurgaba en la herida. Conseguir marcar el teléfono de su amigo, en medio del tremendo shock en el que estaba, fue todo un reto.

— Como sigas así, pienso largarme de aquí cuanto antes, Alba Martínez Reche. — Apoyó sus codos en la mesa para inclinarse hacia delante —. No voy a perder mi tiempo con compasiones absurdas, y tú tampoco deberías hacerlo.

No era muy experta, pero el gesto que estaba haciendo le debía doler horrores y, aún así, su expresión no mostraba algo que no fuese desafío y letalidad. Era chocante.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now