CAPÍTULO 37

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POV Alba

— Personalmente, creo que el poema de las espinas y las rosas es de mis favoritos.

Uno de los dibujos apareció enseguida en mi mente, no recordando si ese era con el que lo había acompañado en el manuscrito que le envié, o formaba parte del extenso grupo al que había hecho algunos cambios póstumamente. Aún estaba haciendo pruebas.

— ¿Puede que pusiese la figura de una mujer con alas negras? — Cuestioné pasando las páginas de mi cuaderno de esbozos.

— Sí, alas negras plegadas y una rosa blanca extendiéndosele en el pecho. — Confirmó al otro lado de la línea, justo cuando di con él —. De tus mejores ilustraciones.

Sí, coincidía en eso.

— También me fascina bastante el texto que habla de la sombra de Peter Pan. — Saltó a una frase de los primeros —. El juego de palabras que utilizas para describir ese sentimiento de vacío, de desasosiego, de claroscuros que rompen la imagen genuina que todos tenemos de él es... — Buscó la palabra —. Una absoluta delicia.

Sonreí, dándome cuenta de que las emociones que tenía en el momento en el que empecé a escribir esos versos sin métrica habían madurado bastante y, con ello, su estructura. Aun así, me alegraba de haberle dado el final digno que se merecía para poder ponerlo entre los seleccionados.

— Muchas gracias, Sophie. — Le dije de corazón.

— No me las des, sé reconocer el talento en cuanto lo veo. — Perjuró sin darme tiempo a decirle nada más —. No por nada he estado insistiendo tanto para que me mandaras material.

Eso no se lo iba a rebatir. Entre ella y su madre me tenían la bandeja de entrada llena, pero de las Gallagher no me quejaba en absoluto.

— También me gusta que hayas incorporado algunas de tus fotografías entre los escritos. — Apuntó otro de los puntos que me había destacado en el mail —. Creo que eso precisamente es lo que hace única tu obra: que no solo eres capaz de fusionar tus aptitudes, si no la sensibilidad con la que lo haces y lo que unas se contagian con las otras entre sí. Me encanta.

Ya no sabía qué decirle. Y no porque me costase expresarme en inglés, precisamente, pero llevábamos media hora hablando de detalles concretos y yo llevaba más de media hora dándole las gracias porque no hacía más que resaltar cosas buenas. Tenía las mejillas coloradas. Y tenía suerte de que ella misma hubiese declinado la opción de hacer una videoconferencia, porque entre eso y las pintas que llevaba con la camiseta que la morena - al final - no me había robado, mi imagen de profesional caería por los suelos.

— Estoy pensando en hacer algunas modificaciones con las imágenes, también. — Me estiré para alcanzar un boli del lapicero y hacerme una nota en un post-it sobre ello —. Quiero reforzar la luz de algunas partes, para que no quede un resultado general tan oscuro.

Disponía de muchísimo carrete para jugar, me lo podía permitir, hacer fotos a lugares y situaciones concretas era algo más que mi afición.

— Yo no tengo la impresión de que el resultado final sea tan oscuro como me advertiste, veo mucha luz en las letras. — Opinó reflexionándolo —. Pero eso es algo subjetivo y estás a tiempo de cambiar todo lo que quieras, así que estaré encantada de recibir tus nuevas propuestas.

La puerta de mi habitación se abrió lentamente y le hice un gesto a la rubia de melena lacia para que se esperase. Coordinar los horarios con los de alguien que vivía y trabajaba al otro lado del mundo ya era suficientemente tedioso, como para que mis asuntos personales irrumpieran a mitad de la reunión.

Come Back And TryWhere stories live. Discover now