Capítulo 3

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Alguna distancia de allí, Maika se encontraba camino al instituto; sin saber que su presencia había estado velando los sueños del alfa.

—¿Te ocurre algo? —preguntó Ezra.

—No sé por qué mi oído derecho zumbó —respondió Maika.

—Mi abuela solía decir, que si tu oído derecho suena es porque alguien está hablando bien de ti.

Maika le dirigió una mirada escéptica a Ezra

—Claro Ezra, quizás esa es la razón... dejando eso de lado no dormiste ¿cierto?

—Ja ja ja, no mucho, hubo un incidente en el bar y tuvimos que cerrar varias horas después de lo habitual.

—Entiendo que trabajes para poder pagar tus gastos, pero no deberías dejar que te exploten de esa manera —expresó el omega, mientras esperaba a que la luz cambiara, para atravesar el cruce peatonal y por fin llegar a su destino —Simplemente se están aprovechando de ti, no sé ¡Ezra cuidado!

Ezra podía oír la voz de Maika, pero no lograba entender el por qué este gritaba su nombre tan frenéticamente, de la nada sintió como algo lo jalaba hacia atrás, haciéndolo impactar contra algo sólido. Al abrir los ojos logró ver una camisa azul oscuro, podía sentir unos firmes pectorales.

—Deberías mirar por donde caminas, no siempre estaré aquí para salvarte —pronunciaban unos labios sonrientes color durazno, acompañados de un par de hoyuelos.

—Gracias —respondió, mirando su reflejo en aquellos ojos azules.

Luka por su lado lograba percibir un aroma tenue, pero demasiado agradable, aun cuando no parecía conocer dicha esencia le resultaba placentera.

—Vamos Luka, prometiste acompañarnos —decían a la par dos omegas.

—Pido mil disculpas por hacerlas esperar... ten cuidado —susurró en el oído de Ezra.

Ezra, creía recordar haber visto aquel alfa antes, es decir, este no solo poseía unos firmes pectorales, todo su cuerpo era prueba de ser alguien que se ejercitaba regularmente. Además de aquella piel blanca, poseía una melena de hebras pálidas como la nieve, y unos penetrantes ojos azules. Y era obvio que tal combinación, no era algo que pasara desapercibida.

—¡¿Qué rayos estabas pensando al cruzarte en rojo?! Pudiste salir lastimado... de no ser por ese alfa ... Uff aun cuando odio a los alfas; me alegra que se encontrara aquí —dijo en un tono de voz que parecía reproche, en lugar de palabras de agradecimiento.

Las asignaturas principales pasaron sin ningún otro altercado, a diferencia del día anterior ese día después de clases la mayoría de los clubes tenían práctica.

—Y bien joven Walker, ha decidido a que club entrará, por lo que tengo entendido; practicaba tiro con arco. Aunque, a decir verdad, creo que podría ingresar a cualquiera de los demás clubes, si así lo desea.

—Quisiera unirme al club de tiro con arco.

—Claro, llamaré a alguien para qué le guie.

Solo habían pasado un par de minutos, cuando a la puerta de la oficina del director, arribó un joven pelirrojo, ojos verdes y piel clara la cual mostraba pequeñas pecas sobre ella. Podía identificar a la persona que sería el responsable de guiarle, pues él era quien se encontraba al lado de Maika la tarde anterior. Damián apretó la mandíbula.

—Joven Nolan bienvenido, podría por favor llevar al joven Walker al club de arquería.

—Por supuesto; mucho gusto mi nombre es Ezra.

—Gracias por acompañarme, me llamo Damián.

Mientras Ezra le explicaba todo lo referente al club y le hablaba un poco más del instituto. Damián no lograba dejar de pensar para sí mismo ¿"Un Beta" ?, no podía entender por qué un omega, podría preferir un beta sobre un alfa. No porque Ezra fuese feo, no, pero... no era un alfa.

El uniforme de arquería consistía de un pantalón y camisa negros, de una tela pegada al cuerpo.

—Te queda bastante bien, ahora deberíamos ir a la sala de práctica.

El salón de práctica era enorme, este contaba con distintos objetivos a diferentes distancias. También se ofrecía una gran variedad de arcos y tipos de flechas, con el fin de que el arquero encontrara la que le resultaba más eficiente; a la hora de acertar lo más posible al objetivo. Justo al lado, dividido por una pared y puertas de cristal; se encontraba el club de esgrima.

Y en ese preciso instante, parecía llevarse a cabo, un encuentro entre los miembros de dicho club.

—Vamos, aún falta para que comience la práctica —decía Ezra, dirigiéndose hacia aquel espectáculo.

Damián sabía que quizás era Luka el culpable de aquel alboroto, puesto que era algo normal. Pero al acercarse, vio algo totalmente diferente, una figura delgada la cual sin perder la elegancia se movía de forma rápida. De tal modo que parecía una gacela, esta pequeña y delgada figura se encontraba en duelo contra alguien que le sacaba bastante de altura. Si bien la diferencia de estatura, la mayoría de las veces era un factor importante para determinar la victoria; en esta ocasión la velocidad y la agilidad, con la que el competidor de baja estatura se movía, habían inclinado el juego a su favor.

Y sin más, la victoria se dio después de que este, diera el toque definitivo al pecho. Damián, no lograba apartar su vista de aquel jugador que se movía de forma tan libre... tan etérea. Quería saber quién era el competidor detrás de la careta.

—Debes de estar bromeando —dijo soltando una carcajada.

Detrás de aquella careta, se encontraba Maika, mostrando aquel rostro inexpresivo, aun después de la victoria. Se disponía a sentarse, para dejar que otra pareja tuviera un nuevo encuentro.

—¡Maldito omega! —replicó el perdedor, quien aun cuando no era un alfa dominante, había liberado feromonas con el fin de afectar a Maika.

—Creo que deberías tranquilizarte —decía Damián, mirándole fijamente a los ojos y dejando ver el por qué las feromonas de los alfas dominantes, eran superiores en todos los sentidos.

Maika se congeló, al percibir las feromonas de Damián, aun cuando su orgullo era grande, no podía evitar sentir como su cuerpo comenzaba a doblegarse; a causa de aquellas malditas feromonas que olían tan bien.

—¡Damián tranquilízate! —decía Ezra quien tuvo que buscar las pastillas supresoras de su amigo.

Damián vio como la expresión fría del omega, comenzaba a transformarse y al verle ahí, inmóvil mientras apretaba su pecho y le costaba respirar; no pudo evitar recordar el sueño que había tenido. Sabía que debía abandonar esa sala, pues si bien logró reprimir sus feromonas, la imagen de aquel sueño era el factor necesario; para que estas fueran liberadas de nuevo.

Fragancias.Where stories live. Discover now