Capítulo 33

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—Debo suponer que no será un viaje por carretera —declaraba el omega, al ver a Damián recargado en la limusina.

—De esta manera, tendrás más tiempo para descansar —decía, tomando la maleta de las manos de Maika y entregándosela a su chofer.

El interior del vehículo era amplio, el color negro mate, hacía que este espacio fuese aún más elegante de lo habitual. El omega reposó la cabeza en los musculosos brazos del alfa. Logró ver como un vidrio templado se alzaba con el fin de darles completa intimidad. Maika amaba ver a Damián en joggers, se dispuso a acariciar con su dedo medio el muslo del alfa.

—¿Qué pretendes?

—¿Acaso no es obvio? —respondía viéndole a los ojos, sintió como Damián retiraba suavemente su mano del muslo y besaba la palma.

—Sabes que no es una buena idea —proclamaba, para luego morder la punta del dedo anular del omega —Estoy al límite de mi autocontrol, así que por favor toma el inhibidor —añadía encajando un poco más fuerte sus dientes en aquellos pálidos dedos.

—Augg —gimió levemente, al sentir el cálido aliento de esa boca sobre sus fríos dedos, y al ver la manera en la que esos ojos grises parecían devorarlo —Odio que tengas razón —espetaba contrayendo su mano, con el fin de buscar las píldoras.

Aunque hubiera preferido intimar con Damián, el estar a su lado sosteniendo su mano le resultaba agradable. Y el que su abuela le confirmara que sus padres no podrían odiarlo, aunque este eligiera a un alfa, le quitaba un peso de encima. Al llegar a la pista les esperaba un jet privado.

—Bastaba con coger un vuelo comercial.

—Lo sé, me declaro culpable de querer tenerte solamente para mí —decía sosteniendo la barbilla del omega.

El interior de aquel jet era inmenso, contaba con una sala, comedor, un cuarto y los baños también tenían una ducha. Los sillones eran blancos, los cojines en distintas tonalidades de grises encajaban a la perfección. El comedor por su parte contaba con una barra y sillas negro mate. La habitación combinaba el blanco, con una inmensa cobija al pie del colchón color mostaza. Y el baño que vestía grises, no le envidiaba nada a los de un hotel de categoría alta.

—Si deseas, puedes ir a dormir.

—Aquí estoy bien —proclamaba mientras se acostaba en el sillón, posando su cabeza en las piernas de Damián.

—Duerme un poco, es bastante tarde y será mejor que descanses antes de llegar al hotel.

El aroma de las feromonas de Damián parecían arrullarlo, percibía como el ambiente se sentía acogedor, sus ojos empezaron a ceder de a poco. El alfa se encontraba embelesado ante la belleza de Maika, amaba hasta el más mínimo detalle de ese ser. Aquellas abundantes y rizadas pestañas, los pequeños cabellos ondulados, que por lo general ponía atrás de su oreja. Como fruncía el ceño cuando algo no le agradaba... amaba todo de él y se hallaba inmensamente agradecido, de que este le hubiese dado la oportunidad de estar a su lado.

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—Arriba dormilón, llegamos... ¿O acaso deseas que te lleve en mis brazos? —susurraba. Damián era consciente de que Maika se molestaría si este le cargaba, pues había algunas cosas en las que no lograba que su orgullo cediera.

Maika se hallaba adormilado, por lo cual el alfa le tomó por la cintura, con el fin de ayudarlo a llegar a la limusina, y de igual manera le guío hacia la habitación de hotel. El cuerpo del omega cedía ante el sueño, así que Damián se vio en la necesidad de ayudarle a ponerse la pijama y arroparlo.

—Descansa —musitó luego de besar la frente de Maika.

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Fragancias.Where stories live. Discover now