Capítulo 73

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Le costaba respirar, aquel apuesto ser de hermoso cabello azabache hacía que su cuerpo temblara de miedo al recordar los viejos tiempos. Deseaba correr, salir de ahí lo antes posible, pero sus piernas no parecían responder. Aquella sonrisa burlesca y condescendiente, podía engañar a cualquier persona, era capaz de capturar a cualquier tipo de presa, lo sabía de propia mano.

—Ja —espetó —me comienza a molestar, que cada vez que nos vemos sigues viéndome a los ojos sin mi permiso. —el beta agachó la cabeza de inmediato, era como si dentro de su ADN, aún se encontraran todas aquellas cadenas invisibles que había colocado Sebastián. —Jajajaja, está bien Ezra, déjame ver esos hermosos ojos envueltos en lágrimas, ¿sabes que es lo mejor? —decía acercándose —pronto volveremos a jugar. Aunque obviamente será necesario que te castigue por todas las faltas de respeto que has cometido. —el semblante del alfa cambió por completo, se veía frío, como aquel cazador que aguarda estático justo antes de atacar.

—Ugh no... —pronunció en forma de súplica.

—¿No? ¿Sabes siquiera lo mucho que me dolió, regresar y ver que te habías largado? Me pagaste de esa manera, aun después de que te acogiera luego de que tus padres te hayan abandonado. Viniste a mi llorando, sin esperanzas, te di un techo, un hogar.

—Me lastimaste —la boca de Ezra temblada. Sintió la angustia crecer al notar como el alfa acortaba la distancia.

—¿Lastimarte? Pero si no dejabas de gemir y seguir suplicando que penetrara una y otra vez ese agujero tuyo, ¿recuerdas cuantas veces repetías que te encantaba? Tan solo te di lo que pedías y ahora me dices que te hice daño. Era obvio que pediría algo a cambio, quien sería capaz de pasar por tanto por un simple beta...

—Entonces déjame ir, soy un simple beta, por favor permíteme irme. —cada sílaba que pronunciaba ardía, y parecía quemar su garganta.

—Sabes mejor que nadie que no me gusta perder, ni compartir lo que me pertenece, además ¿cómo podría abandonarte?, si tú mismo dijiste que me amabas. ¿No crees que sería muy cruel deshacerme de ti, después de que me confesaste tus sentimientos? —cuestionaba colocando su palma sobre la mejilla del beta, y empezaba a recorrer con su pulgar el camino de algunas de aquellas pecas.

—...Eso... eso no era amor, no era...

Sebastián sintió una ráfaga de ira, estaba a punto de tomar del cuello a Ezra, cuando alcanzó a ver por el rabillo de su ojo, algo que, si cedía ante tales impulsos, haría que su plan se viniera abajo. Se contuvo y retrocedió unos pasos, la postura de este había cambiado como si las ganas de vivir hubieran salido de su cuerpo.

—¿Por qué me utilizaste? Yo te amaba ¿Por qué lo hiciste? —proclamaba tapando su rostro y con un tono de voz que dejaba notar tristeza. La forma en la que actuaba el alfa había tomado desprevenido a Ezra, quien no entendía lo que estaba ocurriendo, pero al ver una oportunidad de escape la acogió. Se alejó lo más rápido que pudo de ahí y se dispuso a regresar a la sala.

—¿Qué diablos? —la voz de Zharia denotaba confusión, sus ojos se hallaban fijos en el paisaje que se encontraba más adelante. Ezra se estaba hablando con Sebastián, y este último parecía estar derrumbándose.

El beta comenzó a alejarse del alfa, caminaba en dirección hacia ella, aunque parecía inquieto, no disminuía su paso.

—¿Ezra? —sabía qué era él, estaba segura de que esa persona era la pareja de su hermano, pero aun así algo dentro de ella parecía querer verificar una vez más. El beta le mostró una mirada de sorpresa al verla, sin embargo, este no se detuvo y continuó su camino de regreso al salón donde se estaba llevando el almuerzo.

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