Capitulo 89

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Los luceros verdes comenzaron a abrirse lentamente, podía ver entre la apertura de estos una silueta borrosa, la cual se encontraba sentada al lado de él. Conforme seguían abriéndose, el panorama se empezaba a aclarar. Sentía sus labios y garganta secos y su cuerpo aún estaba adormilado, percibía el calor que la mano de Maika le brindaba a la suya.

—mm...Lu

—¡Ezra! ¿Qué sucede? —el omega se paró de un salto al ver como su amigo comenzaba a recobrar el conocimiento.

—Lu...ka —su garganta ardía, necesitaba agua, pero eso no importaba, al menos no para él en ese momento.

—Luka, él está bien. Los médicos lograron intervenirlo, y se encuentra estable.

Por unos segundos el beta sintió como si el tiempo se detuviera, sus luceros se iluminaron al oír aquellas palabras, el saber que el alfa se encontraba bien era todo lo que necesitaba oír. Sin darse cuenta se hallaba rompiendo en llanto debido a la felicidad que sentía.

—¿En... donde, dónde está? —cuestionaba con voz baja.

—Aún se encuentra en la sala de recuperación, bebe un poco de agua.

—Gracias —decía después de haberse hidratado —¿cuándo podría verlo?

—Dijeron que debía de estar un tiempo en recuperación, probablemente dentro de un par de horas lo pasen a su habitación... —Maika tomó de nuevo la mano de Ezra —perdóname, Ezra —decía bajando la mirada.

—No te castigues, no fue tu culpa... tú igualmente has pasado por mucho, así que no te sientas mal, no deberías sentirte mal.

—Si hubiera estado más atento quizás, yo

—Quizás tú también hubieras salido herido —decía con los ojos llorosos —me alegro de que no haya sido así.

—Eres un tonto aún en tu estado, te preocupas por mí... eres un ... —el omega rompió en llanto, abrazando con delicadeza a Ezra. Quien trataba de calmarlo, dando pequeñas palmadas en la espalda de este.

Damián se detuvo al ver aquella escena, decidió darles su espacio. Al estar en la sala de espera, no pudo evitar recordar el tiempo que estuvo con su madre en el hospital. En aquellos momentos, nunca pensó tener que afrontar algo tan doloroso de nuevo, pero la vida parecía querer ponerlo aprueba. Había perdido a su hijo nonato, su destinado había tratado de quitarse la vida, y ahora su mejor amigo, quien consideraba como un hermano, había estado al borde de la muerte.

—¿Así que después de la tormenta llega la calma? ... En verdad ansío ver el final de este diluvio —proclamaba con una sonrisa amarga.

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—Veo que ha despertado Joven Nolan, me da gusto —decía la Dra. Stevens quien era la encargada del beta. —¿Cómo se siente?

—Adolorido, pero fuera de eso... Estoy bien el beta titubeo un poco al responder.

—Estoy segura de que debe ser algo más que solo adolorido, su cuerpo está cubierto de hematomas, además de quemaduras y heridas. Sin contar el desgarre de este internamente. Aun así, creo que las heridas externas serán más sencillas de curar que el daño que este suceso traumático debió causar. La Dra. López, una de mis colegas, vendrá a visitarlo, en verdad me gustaría que le recibiera. Ella es una de las mejores en su campo y estoy segura de que puede ayudarle.

—... ¿Podría ser luego? —cuestionó con duda.

Sabía que lo ideal era que el beta recibiera ayuda psicológica lo más pronto posible, pero también era consciente que obligar a un paciente antes de que este estuviera listo no era la mejor opción.

Fragancias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora