Capítulo 3

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FRAN

Todos en el avión hablan de los dos idiotas que se casaron el fin de semana borrachos y no puedo hundirme más en el asiento en mi intento de desaparecer. Lo único positivo es que la historia se ha desvirtuado y nadie sabe con certeza quiénes son los que protagonizaron tal estúpida anécdota.

Soy yo. Yo soy la chica idiota que se casó con otro idiota desconocido y que ahora no puede librarse del matrimonio sin poner una cantidad exagerada de dinero. Yo soy la que tendrá que sacrificar su salario para pagarle a un abogado que se reirá de mi con sus colegas. Y yo soy la que tiene que fingir no saber de qué están hablando.

—Se olvidarán pronto del tema.

—Lo dudo mucho.

—Lo harán, bebé. —Mi amiga me sonríe y quiero creerle­—. Encontrarán a alguien nuevo de quien burlarse pronto y no serás más que un recuerdo borroso para los que asistieron a la boda.

—Eso no me hace sentir mejor, Milan —le confieso.

—Es lo que hay. —Se encoge de hombros y levanta su mano con perfecta manicura para llamar la atención de la azafata—. ¿Quieres una mimosa?

Niego con la cabeza porque el estómago me duele y sigo con nauseas a pesar de haber vaciado mi estómago. No quiero beber alcohol por las próximas horas, diría por el resto de mi vida, pero me conozco y sé que no cumpliré con mi promesa.

—Al menos Noah es lindo —continúa, ya con su copa de cristal en la mano.

—Supongo, si te gustan los hombres grandes.

—Me gustan y a ti también.

Bueno, tiene razón. Me encantan los muchachos que parecen una puerta y que tienen la fuerza suficiente para levantarme. Me encanta sentirme pequeña en sus brazos y no verme como un ropero junto a ellos. Y sí, Noah entra en la lista, aunque en verdad no puedo pensar en él como alguien atractivo. Estoy casada con él, maldición, no es más que un error para mí.

—Tiene unos ojos preciosos, nunca había visto un color tan intenso. Chocolate, así los llamaste tú, ¿no, bebé?

—Sí.

De una boda y otras mentirasWhere stories live. Discover now