Capítulo 37

72K 6.4K 1.2K
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

FRAN

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

FRAN

Su boca está sobre la mía acariciándola con lentitud, sus manos me recorren y nuestros cuerpos están unidos moviéndose a un ritmo que hemos acordado en silencio. La respiración me pesa, el corazón me late con fuerza y siento el placer como una segunda piel. Jadeo contra sus labios, agitada y un poco cansada. Quizás su mejor amigo tiene razón, somos como conejos imposibles de saciar.

Entierro mis dedos en sus omóplatos cuando se mece hacia adelante, más profundo y presionando su cuerpo de manera tal que no solo me penetra sino también estimula mi clítoris. No soy más que un nudo de sensaciones en este momento, ciega a cualquier otra cosa que no sea el muchacho entre mis piernas.

Su beso se vuelve más demandante, su lengua encuentra la mía y sus embestidas van más y más profundo. Gimo fuerte, suelto su nombre y no me importa ser escandalosa porque solo estamos él y yo.

Nos acomodamos sin tener que decir ni una palabra, tan solo sabemos lo que el otro necesita. Mis piernas terminan sobre sus hombros y mi cabeza cae hacia atrás cada vez que nuestros sexos se encuentran. Somos placer y lujuria acompañados de un sentimiento que está presente en ambos, pero que ninguno se ha atrevido a mencionar.

No necesitamos mucho más tiempo para llegar a nuestro clímax, unos pocos movimientos nos dejan jadeando en busca de aire y con la piel erizada tras una buena mañana. Hemos dormido poco, siempre uno sobre el otro pidiendo más y más. ¿Así es como se supone que son los primeros meses de un matrimonio?

—Ven aquí —me indica con ternura, abriendo su brazo para que me acurruque contra él.

—Todavía me quedan energías para otra ronda.

—Eres insaciable.

—Es tu culpa —susurro con diversión, escondiendo mi rostro en su cuello—. Nadie me había tratado como tú.

—¿Qué te parece si desayunamos primero? Estoy muerto de hambre.

—Solo si tú haces la comida.

—Hecho.

Besa mis labios con ternura, tan solo presionando nuestras bocas y deleitándonos con un leve roce. Se echa para atrás poco después y me dedica una sonrisa que me ablanda y me deja suspirando incluso después de que salga de la cama.

De una boda y otras mentirasWhere stories live. Discover now