Capítulo 29

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NOAH

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NOAH

Francine Baker es una incógnita gigante que me confunde más de lo que consigo entender. No comprendo sus cambios de humor, la mirada triste que me dedica cada vez que me cruza en la universidad y las risas tensas que suelta cada vez que suelto un chiste. Su humor ha cambiado desde que volvimos de las vacaciones y no puedo evitar preguntarme qué he hecho mal.

Quizás soy un idiota o tal vez un buen amigo, pero esa mañana me despierto antes que ella para prepararle el desayuno e intentar ablandarla con comida casera. No puede esperar mucho de mí, no sé muchas recetas y no tengo intenciones de aprender nuevas; sin embargo, el desayuno es mi fuerte.

Espero que despierte sentado en los taburetes de la cocina y espío el pasillo cada quince minutos esperando verla ir hacia el baño. Estoy a nada de perder las esperanzas y comerme la fruta que he cortado cuando la veo pasar como un zombie con el cabello hecho un desastre. Como siempre, no viste pantalón y va descalza.

Me tomo el atrevimiento de esperarla junto a la puerta y noto el susto que se lleva al salir. Si seguía teniendo sueño, se le ha acabado de pronto.

—Buen día, Fran.

—¿Sucede algo? —quiere saber, su voz ronca por el sueño—. ¿Quieres usar el baño?

—No, solo estaba esperándote.

—¿Por qué?

—Para desayunar.

—¿Por qué? —repite y esta vez decido ignorarla.

Coloco mis manos en su espalda y con delicadeza la empujo hacia la cocina. Pone resistencia al principio, dándome miradas sobre su hombro para comprender mi extraño comportamiento matutino. Ya somos dos los confundidos con la actitud del otro y no se siente bien.

—¿Quién se murió? —pregunta con poco tacto a penas se sienta en uno de los taburetes—. ¿Esta es tu manera de decirme malas noticias?

—Nadie se murió y no hay malas noticias.

—¿Por qué actúas como un demente hogareño?

—Vaya, Fran, que lindo es escucharte ser tan dulce con tu esposo.

De una boda y otras mentirasWhere stories live. Discover now