Capítulo 6: ¿Entonces...así se siente?

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Fecha: 16/02/1521

Posó sus grandes y rasposas manos en mis mejillas y sin previo aviso estampó sus suaves labios en mi boca.

Nuestros labios encajaban tan bien que parecían diseñados para estar unidos.

Abri mis labios dejando ingresar su lengua a mi boca, estas danzaban juntas y el beso era cada vez más intenso y necesitado.

Mis brazos subieron a su cuello, mis manos acariciaban su cabello y rostro. Mientras su musculoso y grande brazo izquierdo se posó en mi cintura acercándome a él, su mano derecha bajó a mi nalga izquierda apretandola. Haciendo que un leve jadeo de mi parte fuera amortiguado por su boca.

Sin dejar de besarnos sus manos bajaron a mis piernas levantandolas, haciendo que quedase a orcadillas de él y  que mis piernas quedaran entrelazadas en su espalda.

Entre besos y besos se dirigió a su cama, dejándome caer en ella y él cayendo sobre mi.

Una de sus manos iba a mi espalda intentando desprender los botones de mi vestido, mientras la otra lo subía y apretaba una de mis nalgas.

Quería que se detuviera, aunque me gustase no quería hacerlo con él todavía.

Entregar a un desconocido una parte de mi y luego no volver a verlo, no era algo que me atrajera.

Además, nunca es tarde para detenerse. No es no, no importa que antes haya aceptado o que hace 5 segundos tuviera ganas de que me folle sin descanso  toda la noche.

-De...de...detente.- logre decir entre jadeos.

El de inmediato quitó sus manos de mi y me  miró extrañado.

- ¿Que sucede?

- Es que aún, no estoy preparada. Tengo miedo. -dije bajando mi vestido y sentandome  en la cama.

- ¿A que le temes?

- A enamorarme de usted.

- Pero...todas las mujeres aquí me aman. ¿Tu no lo haces?

-No. - su cara de enfado sale a relucir y entonces me veo en la necesidad de continuar. - Ellas aman lo que estar con usted significaría. Es imposible amar a alguien que no has visto majestad. Y ahora, que os eh visto, temo enamorarme de vos.

- No veo que tenga sentido.

- Tal vez para usted no, pero para mí sí. No quiero ser otra de sus favoritas que espera sentada en el harén a su llamado, a que usted se acuerde de ellas. Y esta bien vos no tenes la culpa, no tienes la culpa de no amarlas. Pero ellas, cada mujer en el harén espera a su llamado y no quiero ser una de esas mujeres que cada día lloran la desgracia de un amor no correspondido.

- ¡Eso no es así! Son recompensadas, les envió ropa y joyas.

- Usted es el sultan del mundo, tiene todo el oro y riquezas que desea. Pero...¿cree que eso llenara el vacío de su corazón?.

Con suerte después de esto, se enojaría tanto, pero tanto que el egocéntrico del sultán, me dejara ir al harén.

- Tal vez tengas razón en eso. Pero yo no las amo, ¿que quieres que haga? ¿Que finja q amo a cada mujer en el harén?.- yo esperando a que me eche y el señorito entendiéndome.

- No, jamás pediría que fingera  algo que no siente.

- ¿Entonces?

- Nada. Vos preguntaste porque tenía miedo y yo, respondí.

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