Capítulo 29: Secuestro.

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Mis lagrimas caían  desconsoladamente por mis mejillas mientras observaba como la rubia hacia leves y ardientes cortes sobre mis piernas.

¿Quien era? ¿Porque me hacía esto? Mi mente divago a Hürrem, ¿quién más si no era ella? Por mi, no era sultana. Por mi  el sultán la dejo en el olvido. Por mi, ella ya no era su única luz.

Chille, lo hice por primera vez detrás de esa venda que cubría mi boca. Me maldije al ver la satisfacción de su rostro. Por primera vez me permití ahogar un chillido, por primera vez desde que esos hombres cubrieron mi boca y me arrastraron a esa alejada habitación.

Grite, forzeje, patale, nada funcionó.

Sin más (en contra de mis deseos), fui llevada a rastras a un apestoso cuarto, no sabía dónde estaba. Perdida en mis intentos de escapar no vi el camino por el cual me arrastraron, pero suponía que era una pequeña despensa por los restos de comida (aunque no la suficiente como para abastecer a un palacio entero) que este albergaba.

Sonrió, arrogante sonrío.

Forceje nuevamente, pero me era imposible, las cuerdas estaban bien posicionadas impidiendo que escapase de mi tormento. La silla era de madera, al principio pensé que si me movía bruscamente esta se rompería, no obstante me equivoque, el mueble parecía ser de un material bastante firme como para romperse fácilmente.  Mis pies estaban también atados sobre las patas de la silla y mi boca estaba dolorosamente ajustada sobre un pedazo de tela turquesa (perteneciente a mi rasgado vestido),  me sentía enfadada al recordarlo ¡era mi vestido favorito!.

Justicia por el vestido.

¡Era tan maravilloso! Tenía un escote en uve el cuál permitía que mis  pequeños y regordetes senos se apreciarán a la perfección. Además, contaba con un trabajoso y perfecto trabajo de encaje desde mi pecho hasta debajo de mi cintura, dese ahí caía como hilos desordenados hasta que se acababan poco más abajo de mis caderas. En la cintura era ajustado, mostrando una de mis cualidades más hermosas. Y sin más, caía como si de lluvia en un día tormentoso se tratase, hasta debajo de mis pies, cubriéndolo por completo y dejando margen a que la magnífica falda se arrastrase por el suelo.

¿Como no podía ser perfecto si el mismo sultán me lo había otorgado?

Una sonrisa junto con una lágrima melancólica se escapan al recordarlo.

Él había recordado cada una de mis palabras, por eso se dedicó a crear un vestido para mi. El lo había diseñado, sus sastres lo habían realizado y perfeccionado.

"Usted es el sultan del mundo, tiene todo el oro y riquezas que desea. Pero...¿cree que eso llenara el vacío de su corazón?."

Sentí otra cortada, no llore, no exprese dolor, solo sonreí con dificultad por la culpa de la tela.

Cerré mis ojos e instintivamente me perdí del infierno en que me encontraba, solo era él y yo, Solimán y Belinay.

¿Porque no vino él a mi?

¿Porque lo amo tanto a pesar de que su corazón y cariño este dividido?

El destino es caprichoso y me atrajo al infierno de su mundo.

Hubiera deseado no amar, que mi vida no tuviese sentido, a tener que sufrir por un amor no remunerado de la misma manera.

¿Que es el amor?  ¿Acaso es lo que siento o la confusión de la soledad confunde mi accionar y sentimientos?

- Ya, es suficiente. - su voz era inconfundible e hizo eco en toda la habitación.

Mis ojos amenazaron con salir de sus órbitas ante la sorpresa. ¿Porque? ¿Que mal le hice?

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¡Hola!

Capitulo extra.

¿Quien creen que sea la o el  secuestrador/a?

Con cariño:
E.

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