Capítulo 10: el dueño de mis sueños

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-Eres mi luz eterna. Cuando los pájaros ya no canten y la luna no vuelva a salir, entonces ahí te dejaré de amar.

No puedo ver su rostro, su voz se hace lejana y solo puedo ver sus ojos marrones alejarse cada vez más.

-¡Vuelve! ¿Quien eres?

-Cuando el destino lo desee, ambos conoceremos más allá de nuestras miradas, mi rosa de ojos almendrados.

A lo lejos la mirada desapareció, pero donde siempre veía un lago lleno de oscuridad, ahora veía mi cara reflejada sobre la luna y un rostro a la distancia adornado por una perfecta y recortada barba acompañada de unos carnosos labios y una no tan perfecta nariz.


Abro los ojos al instante comprobando que era solo un sueño. Lo he soñado noche tras noche durante casi un año, sin más hace algunos meses había dejado de verlos mientras dormía. Sin embargo no era aterrador, era reconfortante, milagrosamente me hacía dormir plácidamente, aunque la agonía de despertar en la mejor parte siempre estaba pero en esta ocasión fue distinto pude ver de quien eran aquellos ojos.

No sólo vi mi rostro sobre la luna, sino...sino que también vi el suyo. Vi la deslumbrante apariencia de Solimán reflejada a unos metros de la mía, sus facciones únicas me mostraban que era él. Solo es un sueño, me repito una y otra vez.

Miro abruptamente hacia la puerta que es abierta ¿acaso no les enseñaron a tocar?

- Lo siento Gözde. - dice amable y cabizbaja al ver mi mal genio, rápidamente me siento mal por ella y decido cambiarlo. - Toque su puerta pero al no recibir respuesta decidí pasar.

- Está bien, no pasa nada.

La castaña me sonríe. - Ya es tarde, me han enviado a decirle que debe de bajar a comer.

Le respondo con un pequeño "bien" y ella sale, si no bajaba en aproximadamente 10 minutos ya no habría que comer y tendría que quedarme con hambre hasta el mediodía donde se serviría el almuerzo. Lo había descubierto en los primeros días, nunca fui buena en levantarme temprano por ello siempre despertaba cuando toda la comida se había acabado y debía de esperar al mediodía. Claro no habría problema si la hora de levantarse fuese a las 9 o incuso a las 8 , pero la hora de levantarse era las 5 de la mañana.

Me miró al espejo, no claramente no hay cambio. Mis piernas siguen igual, mis caderas siguen siendo pequeñas, mi cintura estrecha, mis senos pequeños y mi vientre plano. Me sentía igual, incluso después de tener sexo.

¡Me siento estafada! Supuestamente luego de la primera vez el cuerpo cambia, ¡mentiras! Sigo siendo una plancha nada por allí y nada por acá.

Miro detenidamente mi abdomen, no. No hay curvas, no está abultado y no parece haber crecido.

Tonta, tonta, tonta la panza no crece de un día para otro.

Buen punto. Solo esperaría a que me viniera la menstruación, por primera vez en vi vida estaba deseosos que aquella cosa inservible llegase.

Me coloco unos de los vestidos que están en el armario de la habitación y rápidamente me dedico a tender ni cama. Cambio las sábanas y vuelvo a colocar el abrigo. ¡Ufffff! Mierda odio tender la cama, pero ya me he ganado muchos castigos por no haberlo hecho.

A la velocidad de la luz bajo las escaleras del patio de las favoritas

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A la velocidad de la luz bajo las escaleras del patio de las favoritas. Nuevamente se escuchan risitas y cuchilleos, a lo que decido una vez mas hacer oídos sordos, y caminar descaradamente por el pasillo con la frente en alto como si esos comentarios no fuesen dirigidos hacia mi.

Me es imposible no parar en seco cuando Asya Gözde, Aylin, Damla, Verónica y Anna Hatun me rodean.

Adiós a mi paz mental por hoy.

- Ohhhh pero si es Belinay. - dice Aylin, una muchacha de cabellos castaños oscuros.

- Y sus ropas...mírenla. - dice Asya tocando con la punta de sus dedos mi vestido. - Cuando yo volví de los aposentos del sultán él me lleno de regalos.

- Ya dinos querida...¿qué hiciste para enfadar tanto al sultán? - continúa burlándose Verónica

¿Acaso creen que todo gira en torno a un hombre? Estúpidas.

-¡Ay por Allah! ¿Como podría gustarle a su majestad? Es demasiado delgada, sospecho que siquiera será capaz de engendrar un hijo. - continuo Asya Gözde, haciendo que las cinco estallaran en carcajadas.

Como si ellas fuesen la reencarnación de la diosa Afrodita en persona. Miro mi figura disimuladamente y si, la mayoría de este harén tenía grandes caderas y un poco de panza. En cambio yo, con mis pequeñas caderas y cintura, y un abdomen totalmente plano no encajaba en el ideal de belleza de esta época. Este consistía en ser regordeta y de grandes caderas ya que lo asimilaban a la salud y fertilidad. ¡Ignorantes! Ser delgada no quiere decir que sea enfermiza e infertil, aunque en este caso desearía serlo.

- Es tan debilucha...- acompaño Verónica.

Ruedo los ojos e ignoro mis ganas de arrancarle sus pelos, empujó a Aylin y continuo mi camino hacia el cojín al lado de María y Nur.

- ¿Que te dijeron esas víboras?

- Solo se burlaban de mi Nur.

- Hablando de eso...¿hiciste algo que halla podido molestar a su majestad?

Habla en un tono suave y bajo, intentando no sobresaltarme cosa que no funciona.

¿Porque mierda todos me preguntaban eso?

Tal vez porque el harén no se lleno en la mañana de regalos...Belinay.

¡Cállate!

Esos regalos no servirían de nada, aunque para el si. ¿Habré hecho algo mal? Na, ni siquiera me importa.

- No, no he hecho nada. - respondo enfadada.

Mi tan anhelado y deseado desayuno queda a medias por el particular grito de sümbül ağha.

- ¡Atención su alteza, la sultana Hatice! - anuncia alargando la o más de lo normal.

Rápidamente todas nos ponemos en pie y formamos dos filas a lo largo del pasillo, realizando una reverencia cuando la sultana entra.

- ¿Como esta mi sobrino? - pregunta la sultana con una vos cálida y amable.

- Bien, mi hijo cada día crece más sultana.

- Allah mediante nos otorgue un bebe saludable.

- Amén. - dice Hürrem.

Dando por finalizada su conversación Hatice continúa su camino a dónde sea que valla.

- ¡Muy bien holgazanas a sus deberes! - dijo palmeando sus manos, Firial Kalfa.

¿Holgazanas? Pero...¿y mi desayuno?

¡Mierda! Otra vez no pude desayunar.

¿Porque siempre interrumpen mi desayuno?

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