Capítulo 16: ¿Despedida?

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(Como siempre, si hay faltas ortográficas o de redacción, háganmelo saber así puedo corregirlas)

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Divisé a Juan a lo lejos, aunque estuviera rodeado de un círculo de personas, la verdad es que yo siempre lo reconocería incluso su su estatura promedio me era difícil la tarea. Una vez más, una vez más esos muchachos de último grado molestaban a mi imbécil e indefenso hermano.

- ¡Oye ¿que hacen? sueltenlo! - grite enfadada.

Me escabulli entre la muchedumbre y empuje al que sea que se interpusiece entre mi tonto hermano y yo.

Sin saber lo que mi alocada mente hacia me entrometida en aquella pelea y me puse en medio de ese muchacho gigante que tal vez tenía unos 13 o 14 años. ¿Que haría una niña de 9 años en contra de uno mayor? La verdad es que no importaba, lo importante es que este tipo se estaba metiendo con mi hermanito, que aunque fuese un estúpido y no perdiese tiempo para molestarlo o convertirlo en mi esclavo, ¡solo yo podía hacerlo! Por supuesto no iba a dejar que otro lo hiciese.

Ese pelotudo se paró frente a mi, derecho, imponente y enfadado. No obstante sin pensarlo dos veces, al observar a Juan en el suelo asustado, levante mi rodilla y la estampe en sus partes. De inmediato el abusivo cayó al piso en posición fetal.

- ¡Ohh querido! ¿Te dolió?

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Si, asi me sentí en este momento. En el momento en que involuntariamente mis pies dieron la vuelta y caminaron a pasos abruptos hacia la sangrienta escena. Con Juan no me importaba enfrentarme a quien fuera, y al parecer tampoco con ese cavernícola del siglo pasado.

No había vuelta atrás, mi corazón y conciencia no podían dejarlo morir.

Me detuve a unos metros detrás de un árbol observando la escena. El sultán y su atacante estaban de espalda, en cambio el castaño se encontraba de frente.

Todo era un mar de sangre, había demasiados soldados y bárbaros muertos. Una batalla insólita, ¿que deseaban estos desconocidos? ¿Oro, acaso poder o causarle temor al pueblo?

Cuidadosamente de no hacer ruido ni pisar una hoja, camine hasta quedar a centímetros de él y esconderme detrás de un árbol.

¿Que me estaba pasando?

¿Porque de pronto me importaba la vida de un hombre desconocido?

Mi respiración estaba descontrolada.

Observe mi daga por unos segundos, no, no podía ser igual que ellos. La tomé y la escondí en unos de los bolsillos internos de mi capa. Tome una medianamente grande y continúe mi camino.

Solimán se mantenía aún erguido sin decir palabra alguna, claramente mostrando orgullo. No importaba cuanto el viejo idiota le ordenarse que rogara por su vida, el castaño siguió mostrando una postura digna de un sultán. Sonreí ante eso, nadie podía doblegar al gran Sultán Solimán.

- ¡No importa quien seas! El dueño de un imperio o no. - aproveche el ruido para acercarme aún más. - cuando te aprece tu madre deberá de pagar un buen rescate.

Rápidamente camino hacia ellos y pongo la roca detrás de mi cabeza y ejerciendo toda la fuerza que puedo le pego en su cabeza.

El cuerpo del despreciable hombre se desploma y cae abruptamente al suelo. La roca en mis manos está sangrienta, y mis manos estéticas por lo cual se resbala de mis manos y cae.

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