Capítulo 36: Flechas

1K 79 10
                                    



Sin embargo, de improviso una oleada de flechas fueron lanzadas sin cesar hacia el cuerpo de aquel traidor. Estas se incrustraban en la figura inerte del hombre, haciendo que su sangre saltarse a chorros; algunas de ellas se clavaban en las paredes o incluso en el duro suelo del palacio, (no pude evitar detenerme a pensar cuan afiladas eran). 

En segundos el cómplice de Ibrahim se desvaneció.

Un baño de sangre parecía haberse realizado en aquel momento, las manchas carmesí se mostraban por donde quier, la sensación era escalofriante. ¿Era posible almacenar tanta sangre en nuestro organismo o simplemente aquellas armas exprimierón hasta la última gota?

Sin más, aun abrumada mire a mis costados (con el poco movimiento que mi delgado cuello me permitía), y pude observar como los guardias que anteriormente habían disparado estaban con su arco aún en mano apuntando hacia nosotros.

Suspire de alivio, no pude evitar cerrar los ojos con fuerza, por milésimas de segundos. Aquellos hombres vestían un pantalón holgado blanco, una camisa blanca, una túnica roja que les llegaba por debajo de las rodillas, un cinturón negro y unas botas del mismo color.

Soldados del Imperio Otomano.

- ¡Suelten las armas!

- ¡Les ordeno que se retiren! - Exigió el miserable a mi espalda. 

Sin duda aún se creía el rey de Roma. A mí espalda aún se notaba su nervisiosismo, su mano temblaba sobre mí. No obstante, su voz sonaba demandante y segura, demasiado.

- Ib-¿Ibrahim? - pregunto el joven musculoso que anteriormente había hablado.

- ¡Si no quieres problemas lárgate!

El pelinegro (del cual aún desconocía su nombre), quedó estupefacto ante su orden, y no hizo más que solo retroceder y hablar con uno de los soldados.

Lo mire aterrada, ¿acaso no me iba a ayudar?. Mi pregunta fue respondida en el momento que ambos hombres se alejaron de la escena.

¿Porque? ¿No se suponía que eran hombres del sultán?

El agarre en mi espalda se afianzó, pero tan rápido como lo hizo, se desvaneció y se hizo presente un fuerte peso a mi espalda. Las manos que me sujetaban quedaron colgantes sobre mis hombros e instintivamente me moví a un lado para quitarme ese peso.

Con asombro observe las flechas inscrunstadas en las extremidades del tipo, estas se habían ensartado aun mas al caer al suelo. Ibrahim chirreaba desesperado por el dolor que le producía.

La flecha en su brazo derecho lo atravesaba; la de su muzlo izquierdo quedaba a sentimientos de perforarlo; la de su hombro izquierdo se incrustó por completo, como si de una rama se tratase; y la de su pie derecho lo había dejado cojo y clavado al suelo.

- Gözde - pronunció el joven. - ¿se encuentra bien?

¿Como osaba preguntarme eso? ¿Después de haber pasado mis noches y días con ese hombre desagradable? ¿Aún así se atrevía a realizar tan tonta pregunta?

Ignorando el arrebato que tuve de gritarle lo desconsiderado que era, opte por voltearme y mostrarme agradecida por su azaña. Logró que en resumen, había sido realizado solo por órdenes de un tercero, pero a fin de cuentas él me había salvado.

El susodicho se encontraba cabizbajo, pero aún así pude distinguir su altura, sus brazos estaban en frente y sus manos entrelazadas, y su cabello era igual de negro que la noche, hermoso y luminoso.

Parece que al fin alguien nos respeta.

- Gracias. - murmure, en un rasposo tono por lo bajo. Siempre me había costado pronunciar esa tan preciada e indispensable palabra.

- Es mi deber. - pronuncia neutro.

Aun se mantenía cabizbajo, sin observarme, sin dirigirme siquiera una mirada; como si mi existencia era prescindible, como si no fuese merecedora de por lo menos una rápida ojeada.

Por lo que el enfado y el malhumor me gano, y no fui capaz de evitar tan bruscas palabras.  - Tiene usted toda la razón, hasta diría yo que se demoraron en cumplir con su deber. Dígame usted, ¿hace cuanto que me encontraba en ese miserable cuarto?

○■■■■○■■■■■○■■■○■■■■○■■■■○■••■○■■•○■•■○


Capítulo corto pero con esto se termina el secuestro.

La semana pasada no actualice y ayer tampoco, me sentí estancada por ello no lo hice.

Pero pienso reponer esos capítulos e intentar subir dos el sábado.

Con cariño:

E.

Topkapi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora