Capitulo 42: Ardiente.

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⚠️  Recuerden que cuando habla en español aparecerá en negrita⚠️

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Paso el tiempo, los segundos, minutos, horas...y aun me encontraba sola en aquella gran terraza.

¡La re putusima madre que lo recontra mil parió! (Sin ofender a la valide) ¿Porque mierda tiene que ser así? ¡¿Es que tanto le cuesta estar a mi lado al despertar?

¡Estoy asqueada, impaciente y sola en esta gran habitación!

Apenas he salido de mi cautiverio y ya me encuentro sola, otra vez, sola sin compañía alguna.

Tomo la manta y la enrollo en mi flachuento cuerpo, y me dirijo con mis pies descubiertos y temblorosos hacia la puerta del aposento.

Grande, imponente, doble, de madera pura y obscura, elegante, sofisticada... Solo son dos toques. Dos toques y los aghas interpretarán que quiero salir. Solo dos toques...extiendo mi mano derecha, la hago un puño, elevo aún más mi puño, mis nudillos están blancos, mis piernas tiemblan y mi mano titubea en seguir la orden de mi infunsional cerebro, soy incapaz de salir.

Tengo miedo.

Temo encontrarme con un loco nuevamente en las afueras de esta habitación o en los obscuros y desolados pasillos del harén.

Soy incapaz de enfrentarme a ese mundo en solitario.

Bajo mi brazo derecho inconforme, pero sabiendo que no lograré dar un paso fuera de la habitación. Sin embargo al dar uno, dos, tres pasos atrás; las puertas se abren de par en par, y por ella entra la figura desaliñada de Solimán, mi salvavidas de este momento.

Cruel salvavidas se me ha ocurrido tener.

Me ha dejado sola.

Ilusa, dirige un imperio...

¡Agh! ¡como odio que esa inepta tenga razón!

Y es que si, es un hombre ocupado y en los últimos días han sucedido muchas cosas. No puedo enfadarme por algo tan trivial, como lo debo ser yo en su "interesante vida de sultan".

- ¿Cómo te encuentras? - su voz sale ronca. Me gusta.

No entiendo como este hombre sigue pareciendo un dios aun con ese aspecto descuidado ¡que me lo comería en dos panes!

Sus labios jugosos, sus ojos grandes y preciosos, sus brazos musculosos, su fornido abdomen, su espalda ancha, su figura imponente y sus manos...sus manos grandes, con hermosos dedos, largos y exquisitos...aun los recuerdo...como se metieron en mi, y bombardearon una y otra vez en mi zona.

Apreté mis piernas.

Sin intenciones de responder corro a su encuentro, colgando mis brazos en su cuello. Lo rodeo con fuerza, hago que su espalda se curve y su cabeza caiga abruptamente sobre mis hombros.

- ¿Donde estabas? - digo separandome un poco para ver su rostro. - ¡No importa! - no lo dejo responder, después de todo ¿que mas da? - Ahora ya estas aquí... - me inclino y beso esos suaves labios que me han estado llamando desde que lo vi entrar.

Solimán se sorprende y al inicio no responde mi beso, no obstante segundos después empieza a jugar con mi lengua y me toma de la cintura.

Nuestros labios bailan y encajan a la perfección, el beso se hace cada vez más feroz y cuando pienso que va a soltarme y dejar que respire, muerde mi labio inferior y toma abruptamente mi cuello.

Jadeo, que exitante.

- Follame... - Balbuceo mirándolo directamente a sus ojos, aún con mi labio entre sus dientes.

- Deberías de obedecer a tu sultán. - Habla con picardía sonriendo de lado.

¿Es normal que solo con esa mueca me exite?

Bueno...si tomamos en cuenta lo hormonal que eres...

Enriedo entre mis dedos sus cabellos sedosos  y cincho de ellos hasta que nuestras bocas queden levemente separadas.

- Follame. - vuelvo a susurrarle con un deseo mortal.

- ¡Maldita sea! - gruñe molesto. - Debería de contratar a un traductor.

- ¡Noooo! - digo nerviosa. Él ríe cuando me ve safarme de  sus pelos para después dar un paso atrás tropezar con la frazada (que no se en que momento dejo de cubrirme), y dejar magullado mi culo en el frío y duro suelo.  - ¡Auch! - Lloriqueo.

- ¡Eres increíble! - El maldito aún sonríe con burla. - Torpe. - me extiende su mano y me ayuda a levantar.

- Te agradecería pero... - alzo mi brazo. - ¡Te has burlado de mi! - expreso apuntándole con mi dedo.

El castaño da un paso hacia mi y toma entre la suya mi mano, - Mi dulce Belinay...- ¡Ja! ¿Dulce yo? ¿Se esta burlando de mi? ¿No es cierto? - Recuerda que cuando señalas a alguien, hay tres dedos acusadores señalandote a ti.

Pestañe.

¿Que acababa de decir?

Instintivamente levante mi otra mano y volví a realizar el acto, lo miré a él, miré mi mano, lo volví a mirar, para después prestar atención a los tres dedos que iban hacia mi al intentar señalar algo.

¡Puta madre!

Mi sultán me dio una sonrisa burlesca y se inclino para besar mis labios. Su sonrisa era la más hermosa que jamas allá visto.

No tarde en colgar ambos brazos de su cuello, Solimán profundizó el beso y me tomó de las nalgas para que enrollarse mis piernas en sus caderas.

- No me había fijado en lo ardiente que le queda mi ropa señorita. - Gruñó con voz ronca.


Con cariño:
E.

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