Capítulo 28: planes macabros.

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"Aceptaras" dijo con su dulce voz, entrando a la habitación minutos después de que mi rival saliese dejándome con incertidumbre. La mujer de cabellos obscuros me había introducido en un maldito problema del que no podría salir sin tener consecuencias; si aceptaba podría ser mi paraíso o mi infierno; en cambio, si me negaba no me enfrentaría a la furia del sultán, pero si a la de mi contrincante, además de no desaserme de quien podría ser mi perdición.

¡Pobre de mi! Me compadezco...

Y ahora...ahora solo me encontraba mirando a cuya mujer de vestido violeta, fijamente buscando una salida a su inminente pregunta.

¿Acaso ella había escuchado mi conversación con Mahidevran?

Imposible, no es posible que aquella mujer halla sido tan descuidada.

¡Oh vamos es Mahidevran! Tan tonta como siempre...

- La propuesta de la sultana. - mi boca calló al suelo.

Si la pelinegra había logrado escuchar mi conversación, no me puedo imaginar cuántos más la hallan oído.

¡Estoy en el horno!

La amistad es tan relativa que no me sorprendería (y  más en este nido de ratas), que mañana sea mi enemiga o una simple desconocida con la cual al cruzarnos en los pasillos fingimos no vernos.

¡La puta madre que te re contra re mil parió Mahidevran! La odio tanto...

- No te preocupes, nadie más que yo escucho - dice adivinando mis pensamientos - ¿Aceptaras? - me repite.

- No. - me limito a decir.

A pesar de que mi respuesta no sea contundente y verdadera, ella parece creer en mi. Me frustra estar siquiera pensando en dañar a alguien solo por mi propio bien, tal vez el nido de víboras ya se ha instalado en mi sistema.

Te ha consumido querida...

¡Ahg! Casi, casi que oigo su risa marcabra en mi cerebro, ¡odio a mi maldito subconsciente!

- Debes de pensarlo bien, te puedes deshacer de ella fácilmente. - dice sentándose a mi lado y dándome una mirada de apoyo.

¿Podré confiar en ella?

¡Que más da!...Ya te escucho

- Si nos descubren fácilmente podría volcar toda la culpa sobre mí.

Ella lanza una risita irónica. - ¿Acaso crees que después de los crímenes que cometió, el sultán confía ciegamente en ella? Déjame decirte, que tus palabras serán más viables que las de ella.

Tenia razón, no obstante no debía de olvidar que ella era la madre del heredero del Imperio Osmanli, sobrina de la valide e hija de un príncipe de la dinastía Giray. Mientras tanto yo solo era una odalisca, que desconocía todo mundo exterior.

- A ella no le podrán hacer nada.

- Belinay, su majestad no está en la facultad de impartir justicia solo a una. Si las dos son descubiertas, él no puede solo ignorar los actos de una y reprender a la otra. Es justicia divina  Allah le otorgó ese deber.

Me tomo de las manos y me observo con esos grandes y azulados ojos que mostraban un destello de brillo, supongo que se encontraba emocionada por el nuevo rumbo que los sucesos estaban dando.

- Señoritas...- dice una rubia ingresando al aposento. - el sultán requiere de su presencia Belinay Gözde, por favor acompáñame.

Me pongo en pie y la acompaño a la puerta. Solimán me había dicho que me llamaría aunque nunca pensé que sería tan pronto, supongo que estará aburrido...

Era media tarde, hace mes y algo había empezado la primavera, ¡como me encantaba! (claro en mi país), acá solo era capas de ver las flores desde el balcón del sultán o de la valide. La semana pasada le había pedido a Solimán un paseo por los jardines, no obstante el se había negado con  la excusa de tener una junta; lo cierto fue que me había creído su vil mentira, pero al ir a los aposentos de Ayşe Hafsa pude observar desde la  privilegiada vista de su terraza al sultán, éste miraba como su hijo mayor jugaba con una espada de madera junto a aquel hombre extraño que meses atrás me permitió el paso a la recamara de su majestad, si que ese sujeto era misterioso...

- Oye... - suavemente toque el rostro de tucán.

Lo siento, lo siento, lo siento pero...¡tiene la nariz más grande que la torre Eiffel!

Tucán se voltea con una mirada que me aterroriza, ¡oye chica cálmate que solo te he tocado el hombro...!

- Me preguntaba...si...¿cuanto demorariamos en...llegar? - mi voz suena indecisa.

- Solo camina. - me responde la aterradora rubia al voltearse.

¿Porque las rubias en esta dimensión son tan aterradoras?

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Narra Solimán:

Me acomodo con rapidez aquel turbante color crema que media hora atrás me había colocado el Agha, la espera me inquieta. ¡Por Allah! Las mujeres deberían de ser más consideradas y llegar a tiempo...

¡Oh mi luna! Dueña de mis suspiros...

Eres tan extraña mujer...te dije que me pidieras lo que quieres y me pides un caballo. Antes había hecho la misma pregunta, me pidieron joyas, ropas e incluso pasar días enteros a mi lado...como fue el caso de Hürrem, era tan ruiseña. Pero...¿un caballo? Con solo recordarlo suelto una risotada.

Sin más ¿qué podia esperar de un alma libre, privada de su libertad?. Pude observar la decepción en sus ojos ante mi negativa. Sin embargo, hoy...hoy tocarás  el césped con tus dedos mi luna, florecerás como la primavera.

Los toques en la puerta se hacen presentes,  y como un jovenzuelo me dirijo al espejo y me acomodo mi atuendo. Tras pasar segundos los golpes se profundizan, ¡que impaciente eres mujer!.

- Adelante. - digo con voz firme.

- Majestad... - resuena la temblorosa voz del eunuco.

Me volteo, mi desconcierto inicia cuando a mis espaldas solo se encuentra un tembloroso sümbül ağha.

- Su favorita...- aún suena tembloroso.

- ¡Deja de vacilar! Habla.

- No hay rastro de Belinay Gözde en el harén.

- Nadie puede salir de él, ¿como es posible?

- Majestad, es probable que no se halla ido por voluntad propia. - dice aún tembloroso y con la mirada baja.

¿Dónde estás...mi rosa de ojos almendrados?







Con cariño:

E.

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