Capítulo 48: La vulnerabilidad.

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Anteriormente en el capítulo 46:

Nos separamos, Ayşe sostiene mi cabeza entre sus manos, con ambas palmas sobre mis oídos.

- Perdóname...lo siento. - Me vuelve a abrazar y yo solo  estoy confundida.

- ¿Porque? - Pregunto en una voz apenas audible.

- Por no ser una buena madre.

Capítulo 48:

Belinay:

- ¿Porque dice eso mi sultana? Sus ojos están tristes. - Ella solo niega y baja su rostro majestuoso. - Es usted la mujer más hermosa, valiente, bondadosa y amorosa que ha habitado esta tierra.

Le sonreí con tristeza y posó mis manos sobre sus mejillas (algo regordetas), levantándo levemente su rostro.

- No baje su rostro mi sultana, - Sus ojos expresivos (por primera vez) me observaban. - usted no nació para mirar el suelo por el que camina valide. - Eleve aún más su rostro. - Eres una mujer tan sofisticada...usted y nadie más que usted, tiene el derecho de cambiar con la frente en alto, elegante y poderosa.

- Mi dulce Belinay... - Sus ojos temblaron, aguantando posibles lágrimas - aún no conoces mi naturaleza.

Tome sus manos entrelazandolas con las mías y sonreí con tristeza. - ¿Cómo no hacerlo alteza, si desde que estoy aquí solo he conocido cuan bondadosa y majestuosa es?

- Mi niña, - Su mano trepó por mi mejilla y la acaricio dulcemente. - le ruego a Allah, para que jamás nos ponga en contra de la otra.

Lágrimas caen de mis ojos, lágrimas que ella no tarda en borrar, y entonces caigo sobre mis rodillas (a sus pies) y tomo sus manos.

- Si su dios puede concedenos un eterno cariño y lealtad entre ambas, entonces, yo también le rezo a Allah por ello mi sultana.

Desde lo bajo vi su sonrisa y ojos tristes.

- Conviértete al Islam y ten a mis nietos. - me señaló con sus manos que me levantase, y así lo hice. - Se mi sucesora.

Me abraza nuevamente, en su peor momento de debilidad, hasta las personas más fuertes suelen ser débiles en algún momento.  Se que sus palabras fueron por ello, pero aún así no quiero indagar y arruinar este momento.

De pronto las puertas son abiertas en un ruido estruendoso, que hace que ambas nos separemos y nos alejemos unos pasos.

El rostro de enfado de Ayşe se convierte en uno de total preocupación al ver a Solimán ingresar a los aposentos con enfado y con su pequeño hijo menor en brazos.

- ¿Hijo?

- Madre - Habla seco, frío.

- Regresa al harén querida. - Dice mirándome.

Asiento para ella y me reverencio. Camino hacia Solimán, quien aún está en las puertas, y al hacerle una leve reverencia esquivo su figura pasando por su lado. Mas sus dedos envueltos abruptamente sobre mí muñeca, hace me detenga y lo mire confusa.

- Ella no se puede ir. - Dice mirando a su madre y aligerando su agarre- No puedes ir al harén Belinay. - Dice ahora mirándome con ojos cansados.

¿Que? ¿Porque no puedo regresar a ese asqueroso harén? ¡JA!  Como si me interesará. No poder entrar al harén con esas...personas desagradables, es lo mejor que me pudo pasar en mi puta existencia de mierda.

- ¿De que hablas Solimán? - preguntó confundida. - ¿Porque no puede regresar al harén?

- Mantenla en tus aposentos por hoy madre y cuida del şhehzade.

Mi ceño se frunció, ¿cuidar a Mehmed? ¿Y la rusa? Esa víbora, serpiente, jamás dejaría a su hijo, ¿porque el sultán lo trajo con su madre?

¿Acaso Hürrem tendrá que ver con que yo no pueda ingresar al harén?

El sultán se gira en mi dirección y suelta mi muñeca. - Cuida de mi hijo, hermosa avellana.

Pone al pequeño bebé sobre mis brazos y me sonríe. - Pronto será a nuestros hijos a los que llevaras en brazos. - dice tan alto que mis mejillas se colorean, estoy segura que  hasta los sirvientes de afuera pudieron escuchar sus palabras.

Besa mi frente y se retira, dejando a una sultana confusa y a una adolescente con un niño en brazos con el cual no tiene idea que hacer.

E.

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