Capítulo 13

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Había echado muchísimo de menos a Jones, y lo comprobé cuando corrí hacia él con los brazos abiertos y lo abracé con todas mis fuerzas.

También había echado de menos a los demás, pero ya me entendéis.

Ahora estamos en su piso, Adam ha pedido comida china y llegará dentro de unos veinte minutos.

Obviamente, en cuanto ha terminado la llamada, Adam ha empezado a besuquearse con Laia y han acabado por encerrarse en su habitación.

Y Amy se ha ido a la suya a jugar videojuegos así que me he quedado sola con Jones.

—Oye—me dice el mismo, sacándome de mi ensoñación.

—¿Sí?

—Quería preguntarte esto antes pero no sabía si iba a gustarte que lo hiciese delante de los demás.

—Vale...—respondo, extrañada.

—¿Estás bien?

Justo cuando voy a responderle Laia y Adam aparecen por el pasillo, completamente despeinados.

—Colócate el pelo Laia. No seáis tan exagerados, por favor—digo poniendo los ojos en blanco.

Me acerco a Jones y disimuladamente le susurro al oído.

-Después te lo cuento ¿Está bien?

Él se limita a asentir con la cabeza, convencido.

Ponemos la mesa y Amy no aparece hasta que le decimos que la cena ya ha llegado.

Después de cenar, los tortolitos se quedan allí haciendo sus cosas, y yo me mudo al sofá por si me llevo una patada sin querer.

Jones se viene conmigo.

—¿Vemos una peli en mi habitación?—me pregunta en un susurro.

—Claro. Siempre que no sea una de las de guerra...

—Son increíbles—protesta aún en voz baja, entrecerrando los ojos.

—Una de los vengadores me vale, pero nada de la tercera guerra mundial o algo de eso.

—No ha habido tercera guerra mundial—ríe.

—Lo sé, pero conociéndote me pondrás alguna paranoia de una tercera guerra mundial aún inexistente.

—Está bien, está bien—alza las manos en señal de rendición y se levanta—. Nada de guerras pasadas o futuras. Trato.

Hago lo mismo que él y nadie se inmuta hasta que Jones me sigue. Con esto, Laia se separa un momento de su novio y me dedica una sonrisa maliciosa, y yo le respondo con la misma.

Y vuelven a besarse.

Son muy pesados.

Entro a la habitación de Jones y me dejo caer en la cama. Es lo primero que hago siempre que venimos a ver algo en su ordenador, su cama es muy cómoda.

¿End Game?—me pregunta.

—Esa peli es muy antigua. Pero no la he visto.

—Pues allá vamos—dice sentándose él también.

Me mira un momento y por fin...

Decido adelantarme.

En un rápido movimiento, uno nuestros labios.

Pero recuerdo que él piensa que aún tengo novio y me separo.

Los dos nos quedamos anclados en un silencio sepulcral durante unos segundos.

—Val... Tienes novio—me recrimina, bajando la cabeza.

Mucho había tardado.

—En realidad, ya no—respondo—. Lo dejé la semana pasada.

—¿Por eso estás tan apagada?

—Bueno...—dudo entre contarle o no.

—¿Estás bien, Val?—me mira con expresión preocupada.

Estaba a punto de decirle que sí, pero me paro en seco.

Estoy harta de mentiras. Estoy harta de aparentar que estoy bien cuando no es verdad.

Necesito desahogarme con alguien. Y Jones me parece la persona perfecta.

—No—niego con la cabeza—. No estoy bien.

Gruesas lágrima empiezan a caer por mis mejillas, me siento ridícula. Pero él no se queda parado mirándome como si fuera una niña, ni me pasa un brazo por los hombros de forma incómoda, sino que me abraza y me aprieta contra su pecho, de forma que me siento segura.

—No te preocupes—me dice con voz calmada—No te preocupes.

Me quedo un rato abrazada a él, que no da señales de querer separarse.

Cuando por fin decido hacerlo yo cuando he parado de llorar, el me besa la frente y deja sus manos en mis hombros.

—¿Qué pasó?—pregunta, limpiándome las lágrimas con los pulgares.

—Yo... Fui una estúpida—aparto la mirada—. Pensé... No sé. Qué el era diferente.

—Val..., mira que llevas más de dos meses con nosotros, pero aún no te entiendo, y mi capacidad de telepatía aún está en desarrollo—bromea, y yo sonrío levemente por el comentario. 

—Es... una larga historia.

—Tienes que desahogarte...

—Está bien—suspiro—Yo tuve otro novio con unos... catorce años. Él y yo ya nos habíamos conocido dos años antes pero, en ese momento no era precisamente, una belleza.

El me da una mirada confundida, sin entender.

—Él tenía dieciséis y ya estaba acostumbrado a...—sigo— bueno ya sabes. Pero yo tenía miedo. No sabía que iba a pasar o... no sé... Y cuando me negué repetidas veces...

Trago saliva.

—Él decidió dejarme por otra que sí lo quería hacerlo—concluyo.

—¿Por no querer acostarte con él?—pregunta, incrédulo.

—Exacto. Y cuando encontré a Alan tenía diecisiete, tenía muy reciente lo del año pasado y respetó que no quisiera hacerlo con él durante un tiempo y me lo pintó todo tan de color de rosa que... no lo sé, decidí confiar en él como una tonta.

—Pero, tú lo dejaste ¿No?—pregunta Jones confundido.

—Sí. Pero no sabía que había estado acostándose con otra a mis espaldas.

Su cara pasa de confusión a perplejidad en segundos.

—Hijo de...—respira hondo para calmarse antes de seguir hablando—No me lo puedo creer. Contabas maravillas de él.

—Ya. Yo tampoco me lo pude creer en su momento.

Nos quedamos los dos en silencio. Hasta que decido romperlo de una vez.

—Bueno, después de hablar de mis dramas personales... ¡¿Podemos poner ya la peli?—pregunto con cara de aburrimiento.

Él se ríe suavemente, y le da play a la película. Me acurruca contra él y me pasa un brazo por encima de los hombros.

Y cuando lo miro...

Me besa.

Es un beso corto, pero igual hace que se me acelere el pulso. Jones sigue mirándome y hago lo mismo que él ha hecho hace un momento.

Al final ese juego acaba en un beso apasionado, sin compasión.

Me tumba boca arriba y se sube encima de mí.

Y en ese momento me doy cuenta de que—como decía el sabio Jack Ross—, para mi suerte o mi desgracia, no querré volver a besar a nadie más.

Antes De TiWhere stories live. Discover now