Capítulo 26

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Sorpreeeesaaaaaaa :))

Probablemente después de la publicación del prólogo de A Solas no esperabais capítulo, pero igualmente cómo tendría que haberlo subido el viernes, aquí está.

Disfrutad :)

1 mes después...

Estamos en el aeropuerto, esperando el avión junto con los demás. Jake y yo vamos a pasar una semana en mi ciudad, aparte de por el cumpleaños de Maya, para decirles a mis hermanos y a Karla lo del aborto y el compromiso. 

Ha pasado un mes desde que nos enteramos de lo del bebé, y ya puedo hablar sobre ello con más normalidad, aunque aún me cuesta. Jake y Laia me han aconsejado ir a terapia, al fin y al cabo es algo difícil de asimilar el perder un bebé sin siquiera haber sabido que estaba creciendo en tu interior, pero les he afirmado cientos de veces que estoy bien—aunque no sea completamente cierto—, y se han dado por vencidos después de tres semanas sin dar tregua.

Tras dos horas en la sala de espera, al fin dan el aviso de que podemos embarcar. 

—Es una semana, Laia—Jake pone los ojos en blanco cuando ve que a Laia le tiembla el labio inferior, y los abre cómo platos al ver que yo estoy igual—. Venga ya, ¿tú también?

—¡Llevamos casi un año sin separarnos, ¿vale?!—mi amiga me abraza con fuerza—. No es nuestra culpa que tú seas un insensible, Jones.

—¡Yo no soy un insensible!

—Vale, cariño, lo que tu digas—hago un gesto en su dirección, cómo quitándole importancia, pero sin separarme de Laia.

Jake pone los ojos en blanco y abraza rápidamente a Adam. Amy se ha quedado en el piso y nos ha despedido allí. 

—Val, vamos a llegar tarde al avión—Jake me da unos golpecitos en el hombro con un dedo, pero yo no quiero separarme de Laia.

 Tras unos segundos, finalmente rompemos el abrazo, las dos con los ojos llorosos. Me alejo de ella a pasos lentos, y mis brazos caen a mis lados al apartarse de sus hombros. Le sonrío tristemente y me doy la vuelta al pasar la puerta de embarque.

***

Después de casi tres horas de vuelo, por fin aterrizamos en el aeropuerto más cercano a mi ciudad. En cuanto cruzamos la puerta y mi familia entra en mi campo de visión, veo como un cuerpecito corre hacia mí. Agarro a Maya y la cojo en brazos, abrazándola fuertemente. Cuando la devuelvo al suelo la examino con la mirada. Sus casi doce años me vienen grandes, y aún no estoy preparada para verla con catorce o quince. 

Me reúno con mis otros dos hermanos —que han venido obligados por Karla seguro—, y los abrazo a pesar de sus protestas, aunque a Jake lo abrazan y saludan sin ningún problema. Pongo los ojos en blanco al ver la escena pero sonrío al ver la mirada de ayuda que me dirige mi novio. Lo dejo solo ante el peligro y abrazo a Karla, quien empieza con el típico discurso de madre después de no ver a su hija durante mucho tiempo.

Nos montamos en el coche y Jake y yo tenemos que ir en la parte del maletero, con las maletas a los pies. Ninguno de los dos protesta, así podemos estar más tranquilo. Algo raro en ambos es que a los dos nos gusta más estar en los asientos de atrás de los coches que en los delanteros, aunque también nos gusta conducir. Somos una pareja de extraños.

Llegamos a casa una hora después y, tras que Karla haya tenido que enseñarle un documento a un policía para demostrar que podíamos acceder al centro de la ciudad con el coche, nosotros subimos a casa mientras los demás aparcan el coche para ir dejando las maletas. 

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