Capítulo 11

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El extraño me condujo del brazo hacia un callejón cerca, con su mano tapándome la boca y parte de la nariz, lo que me dificultaba respirar. 

Probablemente debí aprovechar el aire que se almacenaba dentro de su palma pero... ¿Cuándo hago yo lo que se debería hacer? 

Gracias a mi oposición a que me arrastrase me llevé un puñetazo en el estómago. Me dejó sin respiración y las piernas me fallaron, pero no caí al suelo, ya que el desconocido me tenía agarrada. 

Cuando pude volver a coger aire, volví a gritar, no me podía estar pasando esto, no. Tenía que luchar, no me habían educado para dejarme llevar por el miedo en situaciones cómo estas. 

El siguiente puñetazo fue hacia mi cara, que empezó a sangrar por el pómulo y me dejó de nuevo callada durante unos segundos, hasta que sonó el golpe seco de que me había tirado al suelo. Mi boca estaba libre. Podía gritar. Está claro que no tardé mucho ¿no?

Cuando pude sacar algún sonido de la garganta, noté como una mano se aferraba a mi cuello, me levantaba del suelo, me estampaba contra la pared, y recibía un nuevo puñetazo en las costillas. 

Estaba claro que no era la primera vez que hacía eso, y que había aprendido de las fallidas. Me tenía las piernas retenidas con una de las suyas, de forma que no podía lanzar ningún rodillazo, y se las había ingeniado para atraparme las manos entre mi espalda y la pared.

—O te quedas quieta, o te dejo inconsciente a golpes antes de follarte, tú decides—gruñó. 

Me entraron arcadas al escuchar eso, y me invadió el pánico, por lo que me quedé quieta durante unos instantes en los que aprovechó para subirme el vestido hasta la cintura. ¿Por qué cojones no reaccionaba?

Me sacudí, tratando de liberar mis manos, e intenté gritar, pero se quitó la corbata y me la puso como mordaza. Con algo también me ató las manos y las piernas, pero no pude saber que era. Joder, ¿no me podía tocar uno nuevo en esto?

Volví a intentar gritar, sin resultado, y mi pánico se volvió más fuerte cuando escuché la hebilla de un pantalón. Quería echar a correr—a saltar, más bien—pero todo estaba oscuro.

—¿Dónde cojones estamos?—pregunté cómo podía con la mordaza, escupiendo las palabras. 

—No pienso decírtelo, ¿en serio piensas que soy tan idiota?—río—¿Con o sin condón? Mhm...  Mejor con, no quiero niños por ahí. 

Escuché pasos hacia mí y me puse rígida. A continuación, cómo rasgaba mis bragas y estas caían, rotas, hasta mis tobillos. No, no, no, no...

Noté cómo algo rozaba mi entrepierna, y me dieron ganas de vomitar cuando entendí que era. Cuando lo hizo, sin cuidado, solté un quejido, y comencé a intentar gritar de nuevo con la esperanza de que alguien me escuchase. 

—Ups, no sabía que eras virgen. Que pena...

Continué gritando, y al siguiente puñ...

—¿Val?—escucho una voz levemente conocida—. Val, despierta. 

...etazo va a mi cuello. Mierda, este duele más. ¿De verdad no hay nadie en los...?

Sigo con los ojos cerrados, no quiero ver lo que hay a mi alrededor: ese hombre, la oscuridad... Con la respiración acelerada, intento alejarme lo máximo que puedo de dónde proviene la voz. No, por favor, otra vez no, aléjate...

¿...alrededores? Alguien, por favor, necesito ayuda. 

—Val, soy yo, Jake, despierta, estoy aquí...

Antes De TiWhere stories live. Discover now