Capítulo 12

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—¿Val?—siento como alguien me sacude acaricia suavemente el pelo—. Val... venga tienes que despertarte. 

—Cinco minutos más, papá...—ronroneo.

—La verdad es que no me gustaría ser tu padre, por lo que cuentas de él. 

Abro los ojos de golpe, para ver que sigo encima de Jake, que sigue tocando levemente con los dedos el cuero cabelludo de la parte de atrás de mi cabeza. 

Me estiro un poco, aún encima de su cuerpo y vuelvo a acomodarme. 

—Venga, Val, me dijiste ayer que hoy tenías una reunión importante con la editorial. 

—¡MIERDA!—me levanto de la cama de un salto, menos mal que ayer dejé a ropa preparada—. ¡Mierda, mierda, mierda! Voy a llegar tarde. 

Recojo el conjunto de la silla: un vestido blanco, con una banda del mismo color debajo, de manga francesa, ajustado hasta la cintura donde se abría en una falda de vuelo. La noche anterior decidí conjuntarlo con unos tacones de aguja blancos, aunque ahora no me parecían tan buena idea. Tendría que apañármelas para conducir. 

Me cojo un bolso grande, negro, a conjunto con el cinturón del vestido. Me repasoel pelo con la plancha—más rápido y con menos cuidado del que debería—y me maquillo un poco. Me tapo las ojeras, algún grano puntual que hay, me echo rímel transparente, con el negro parecería que había dormido con él después de un día de fiesta. 

Podría haberlo sido si hubieses besado un poquito mejor a Jake, pero bueno.

Tú calla, pervertida. 

Ni siquiera me paro a hacer la cama cuando salí del baño, no me da tiempo, y no puedo ir en la moto porque llegaría hecha un espanto a la editorial así que tardaré un poco más en llegar a la sede. 

—Jake, vamos. 

Él se queda algo sorprendido.

—Espera, ¿voy contigo?

—Sí, Laia no está y dentro de nada llegará Amelia para darle el repaso semanal al piso, no puedo dejarte aquí solo. Vamos, te dejaré en el piso de camino, no voy tan tarde cómo pensaba. 

Cojo un paquete de galletas para ir comiendo mientras bajamos por el ascensor. En cuanto llegamos el coche ya me las he zampado todas, pero, por si acaso, me he bajado el paquete entero. 

Voy hacia mi plaza de aparcamiento, el Ferrari negro cubierto por pegatinas de libros, series y películas está ante mis ojos. Como adoro mi coche, joder. Jake también se queda mirándolo durante unos segundos, pero reacciona al recordar que voy un poco justa de tiempo. 

—Vamos directamente a la editorial—dice, saliendo de la cochera—. Ya me iré yo andando, no llegues tarde. 

—Ah, no. Si vamos a la editorial sin parar antes, o te quedas en la reunión o te llevas mi coche al piso y yo me voy en taxi.

—Pues me quedo.

—Te vas a aburrir.

—Contigo nunca me aburro—su mirada se clava en mí y yo me muerdo el labio, conteniendo una sonrisa tonta mientras miro hacia el suelo—. ¿Por qué tienes un puñetero Ferrari lleno de pegatinas?

—Lo del Ferrari es por Nick Leister, lo de las pegatinas por Jack—explico mientras entro en el aparcamiento del edificio. 

—Tienes una obsesión insana con ese libro, y ese chico. 

—No es insana, es incondicional. 

—Adoro como te implicas con las cosas cuando realmente te importan. 

Antes De TiWhere stories live. Discover now