Capítulo. 79

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Sebastian.

La noche ya estaba sobre Schkeuditz y por las calles de aquel pueblo, dos castaños enamorados caminaban hacían un restaurante para cenar algo delicioso.

—En Berlín no podremos salir así, hay muchas más personas que nos pueden ver. Aunque a mi no me molestaría eso. — Comentó Stan, con su mano entrelazada con la de la mujer que amaba.

Amelía soltó una pequeña risa. —A mi tampoco, pero hay que esperar. Ni siquiera le tenemos título a esto.— Dijo ella, caminando junto a él.

—Oh, ¿quieres un título? — Sebastian sonrió con diversión, pero con el corazón latiendo a mil mientras la observaba.

—Fui muy directa, ¿no?— Preguntó Lía mirándolo también con una sonrisa.

—Algo.— Contestó el rumano, mirando al frente nuevamente y señalando una linda casa alemana de la época medieval. —Es muy lindo aquello.—

La ojiverde asintió. —Una vez cuando estaba pequeña, mis papás nos llevaron a Venezuela para visitar la Colonia Tovar. Si mal no recuerdo fue fundada por allá en los 18000 por un grupo de inmigrantes alemanes que llegaron de Baden. Allá construyeron casas similares a estas.— Comentó ella sonriendo encantada por la estructura.

Sebastian sonrió mirándola. —Pero mira nada más, tengo una historiadora por aquí.— Se burló.

—Es cultura general, Sebb. Tampoco es que sé todo.— Contestó la castaña, haciendo un gesto con sus manos en grandeza y acomodando luego  su abrigo ya que el frío de la noche estaba empezando a hacer estragos en su cuerpo.

Stan la abrazó por los hombros y la acercó a su cuerpo para darle calor. —A ver, mi sabelotodo. Dame un dato curioso de Alemania.— Pidió él, dejando un beso sonoro en la mejilla de la mujer.

—Mm...— Murmuró Amy. —En 1983, pero quedaban pendientes algunos intereses, así que terminaron de pagarla en 2010. Pero habla bajito, que estamos en tierra alemana.— Susurró lo más que pudo.

—Eres una cerebrito.— Chilló Sebastian despeinando un poco a la chica. —Te amo.—

Amelía peinó su cabello mientras reía. —Yo también te amo, pero no me despeines más. — Pidió con mucha amabilidad. —Por cierto, aquello que señalaste es un restaurante. —

—¿Si?— Preguntó el ojiazul.

—Ujum, pero iremos a otro. Sígueme.— Brown caminó frente a él.

Sebastian mordió su labio enamorado y la siguió, tomándola de la cintura. —Estás divina.—

—Ya sé.— Susurró la castaña, con una sonrisa.

Minutos después, llegaron al restaurante Domholzschänke, el cual era muy agradable tanto por fuera como por dentro. Tomaron una mesa, pidieron la cena y mientras la esperaban, decidieron hablar de temas variados y a la vez beber del vino que pidieron.

—Tienes prohibido cortarte ese cabello.— Amelía lo apunto con su dedo.

Sebastian soltó una risa, mientras bebía de su copa de vino. —Me lo cortaré algún día.—

Lía chilló. —Pero te ves muy guapo así, no lo hagas.— Pidió acariciándole la mejilla.

—Da calor, amor.— Contestó el rumano sonriendo e inclinándose ante la caricia.

—¡Ash! Haz lo que quieras, no te quejes de la abstinencia después.— Amenazó la muchacha, bebiendo vino.

—¡Hey! Esas son medidas extremas. No me hagas eso.— Sebastian moviendo ambas manos con exageración y arrugando la nariz, siendo su gesto característico al hablar. —¿Que te pasa? Con eso no se juega?—

Behind the Scenes  •|Sebastian Stan|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora