Capítulo. 115

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El juicio de Darwin Miller.

—¡Amor!— Gritó Sebastian desde su sala, tratando de hacerse el nudo de la corbata que complementaba su inmaculado traje. Él también iba a testificar a favor de su chica, por ende también debía ir al juzgado. —¡Bonita, apresúrate! Tu madre dijo que debíamos llegar temprano.—

Amelía bajó por las escaleras de madera a toda velocidad, con los tacones en la mano. —¿Crees que este atuendo esté adecuado para ir al juicio?— Preguntó, dando una vuelta sobre su eje, mostrando todos los ángulos de su cuerpo enfundado en un conjunto de pantalón negro hasta la cintura y bota ancha, un cuello de tortuga del mismo color y unos tacones con suela roja que aún llevaba en su mano.

Sebastian sonrió y le silbó en halago. —A mí me gusta. Además, luces como si fueras a destruir a alguien.— Comentó en un tono divertido.

—Quizás.— Contestó Amy con una sonrisa y colocándose lo tacones manteniendo perfectamente el equilibrio. La chica observó a su novio aún batallando con la corbata y se acercó a él para ayudarlo. —¿Qué harías sin mi, Stan?—

El rumano posó sus manos en la cadera de Brown, a la vez que sonreía. —Bueno... Probablemente, morir ahogado en la soledad.— Suspiró con dramatismo.

Amelía soltó una pequeña risa pero, está rápidamente fue silenciada. Mientras arreglaba la corbata, su menta viajó al ciertos eventos del día anterior y una pregunta se posó resaltando sobre lo demás.

—¿Aún te quieres casar conmigo?— Preguntó con una voz particularmente aguda y con volumen bajo.

A Sebastian lo tomó por sorpresa la pregunta y casi olvida su plan. Aunque odiaba jugar con ella de cualquier manera, su propuesta debía ser perfecta y ella lo descubriría o se le adelantaría, si no jugaba sucio.

El ojiazul fingió desagrado con su rostro. —He pensando que casarnos es mucho, ¿Sabes? Estamos bien, no veo porqué hay que colocarle anillo y papel a esto.—

Amelía sintió lento, escaneando las facciones de su amado y terminando con la corbata. Se alejó de él para que no se diera cuenta de cómo esa respuesta la entristeció. —Entonces... Ya no nos vamos a casar, ¿eh?— Volvió a preguntar, intentando que la respuesta fuera otra.

Sebastian sintió un puñal clavándose en su corazón y trató de arreglar el daño. —Quizás no ahora, puede que mucha más adelante.— Contestó, buscando su saco y colocándoselo.

La respuesta calmó un poco el corazón y los pensamientos de Amelía, sin embargo, ella seguía dando de que las palabras del rumano fueran cien por ciento reales porque lo conocía bien y sabía cuándo mentía o planeaba algo, lastima que debía llegar temprano al juzgado y eso no le permitió interrogarlo como era debido, cosa que Sebastián agradeció.

Conforme más se acercaba la hora del juicio, la tensión más se alojaba en los hombros de Amelía. Su madre, Nieves Alvarez era la abogada y eso era un punto a favor ya que ella conocía de primera mano el daño que su hija sufrió por el rufián de Darwin, además nunca había perdido un caso.

David también estaba en el tribunal, junto a Nora, Adam y el señor Alexander que no dejaba de abrazar a su hija, intentando calmarla. Stan buscaba algo de comer a su bonita para que los nervios no fueran lo único que llevará en el estómago.

—Ten, amor.— Dijo el rumano-americano, entregándole un vaso de chocolate caliente y un croissant con queso crema.

—Gracias, Tian.— Susurró ella, bebiendo del vaso humeante.

Behind the Scenes  •|Sebastian Stan|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora