Capítulo. 140

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Una fiesta de locos. Parte 2

Papi, papi, papi chulo. Papi, papi, papi ven a mí.— Cantaba Amelia con fuerza, de pie en medio de la pista de baile y con la mirada puesta sobre su esposo.

Sebastian estaba a unos diez pasos de ella, de brazos cruzados y con una sonrisa picaresca. —¡No iré!— Mintió, gritando sobre la música.

—¡Ven a mí, Papi chulo!— Pidió la Sra. Stan abriendo los brazos y moviendo sus cejas de arriba a bajo con mucha gracia. —Yo sé que quieres bailar.—

El rumano rodó los ojos, haciéndose el difícil unos segundos más hasta que vió como los labios de Amy formaban un puchero. Así que con mucho ánimo y un par de tragos en la cabeza, inició su baile. Movía las caderas como todo un profesional del baile, daba algunos giros y saltos; tensaba la mandíbula en señal de concentración y se acercó a Lía para bailarle un poco.

—¡Ah! ¡Me infarto!— Gritó la actriz de ojos verdes, riendo a carcajadas.

Todos los invitados estaban a su alrededor, riendo y aplaudiendo el espectáculo de los novios. Sebastian continuó bailando "su canción" un rato más hasta que el DJ hizo una cambió muy bueno a Virtual Diva de Don Omar.

Amelia se acercó a su esposo al ritmo de los chasquidos de la canción y lo tomó de la nuca para después mover sus caderas con sensualidad, además de cantarle a su esposo en los labios. Descendió con lentitud y un paso nada convencional, pasando su brazo desde el pecho del rumano hasta la cinturilla de su pantalón y volviendo a subir para quedar a su altura.

Stan se movía al ritmo de la canción casi de forma automática debido lo embelesado que estaba con los movimientos de su mujer y aguantó aire en sus pulmones cuando la vió a los ojos. El baile de Amelia, las luces violetas que escondían la pista y el alcohol recorriendo su sistema sanguíneo, ayudaron a que su líbido aumentará y una erección empezará a crecer dentro de sus pantalones.

La ojiverde le dió la espalda y continuó moviendo sus caderas, sintiendo como la tomaban fuertemente de las caderas y escuchando en su oído derecho los jadeos de su adorado esposo.

—¿Lo sientes?— Preguntó Stan en un susurro, rozando su gran bulto sobre el trasero de ella cubierto por el vestido.

Amelia ahogó un gemido y asintió con lentitud, echando su cabeza sobre el hombro de él. También se sentía caliente, con ganas de escapar de su fiesta y hacerle el amor a su marido en la arena.

—Vámonos, Marie.— Le rogó a ella, mientras le besaba el cuello y lamía aquella piel salada por el sudor.

—N-no... No podemos, Sebb.— Tartamudeó la muchacha, jadeando cuando él le dió la vuelta de forma brusca. —Se darán cuenta.—

—Estoy duro y sé que tú estás mojada. ¡Al diablo con ellos!— Exclamó Sebastian inclinándose un poco para intentar besarla pero, solo logró colocar sus labios sobre la mejilla de ella y gruñir. —No me hagas esto.—

Amelia apretó los ojos con fuerza y respiró profundamente para localizar su autocontrol. —Terminemos la fiesta, Sebastian. Por favor. Ya luego me haces lo que quieras, ¿si?—

Necesitaban controlarse un poco, la fiesta les había costado mucho dinero para huir y no disfrutarla gracias a la calentura del momento.

—Tendremos toda la vida para coger.— Le recordó Amelia.

Stan suspiró frustrado. —Está bien.—

Cuando ella pensó que su esposo se había calmado, recibió un beso nada delicado y lleno de lascivia. Sebastian la había tomado por las mejillas y con su lengua se abrió paso por los labios de ella para devorarla como un león a su presa. Ambos jadeaban calientes, sintiendo como la ropa estorbaba y justo cuando Brown iba a cambiar de opinión, los interrumpieron.

Behind the Scenes  •|Sebastian Stan|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora