Capítulo. 106

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Hoy es noche de sexo

El silencio de aquella habitación donde dos guapos actores se hospedaban, fue opacado por los jadeos y ronroneos que salían de la boca de Sebastian y Amelía. Entraron a la habitación entre besos húmedos y mordidas furiosas. El rumano apresó el cuerpo de la castaña contra la puerta de madera, con amabas manos a cada lado de la cabeza de ella y terminó con la lucha de lenguas para poder respirar un poco. Tenía tanto músculo que hacía parecer a Lía una pobre coneja indefensa y con ese corte de cabello que portaba, más a un devora mujeres se parecía.

Lía tenía los ojos oscurecidos por las ganas que le tenía a su amado novio y cuándo él le dedicó una mirada de picardía pura, sintió un río empapar sus bragas de encaje

—¡Ush!— Gruñó mordiéndose los labios. —No me veas así, Stan.—

Sebastian sonrió como un sádico encantador y pasó su lengua por la línea horizontal que sus perfectos dientes dibujaban. —Según tú, ¿Cómo te estoy viendo?— Preguntó, deshaciendo el broche de su cinturón.

—Como animal en celo.— Contestó Amelía, restregando sus pechos sobre el de su contrario.

—Creo que la que está en celo es otra.— Canturreó el hombre soltando una risa ronca y tomando las manos de Amelía. —Tus manos son muy lindas, amor.—

Amelía sonrió, le encantaba cuando él halagaba sus atributos pero, el rumano condenado tenía una segunda intensión. Sebastian juntó las muñecas de Lía frente a él y con mucha delicadeza las amarró con su cinturón de cuero. Él no estaba acostumbrada a utilizar correas para sostenerse los pantalones pero ese día, le brindaron la oportunidad y vaya que la supo aprovechar.

Lía chilló de placer cuando sintió como sus muñecas eran apretadas por la correa, ni siquiera se quejó porque estaba embelesada viendo el rostro de concentración de su novia al apresarle las manos.

—Me parece extraño pero, me encanta tu sumisión.— Murmuró el Stan sobre la oreja de la chica, a quién le chupó con mucha calma el lóbulo y luego lo mordió.

Amelía jadeó y cerró con fuerza los ojos, al sentir unos dedos masculinos recorrer su escote pronunciando. —Q-quizás...— Balbuceó, tratando de formar una frase coherente. —Quizás quiero darte ventaja por algunas horas.—

Sebastian rió. —Bonita...— Susurró tomando distancia de ella. —Está noche mando yo.— Y justo después de culminar su frase, rasgó por completo el vestido negro y carísimo de la castaña.

La ojiverde jadeó completamente sorprendida por el salvajismo y como acto reflejo intentó cubrirse los senos pero, sus manos no estaban acondicionadas para cumplir con la acción.

El rumano negó haciendo un sonido muy similar al de una ardilla. —Ya he visto todo eso, mi amor, y no sabes cómo lo disfruto también.—

Amelía jadeó por el tono tan seductor en el que le hablaban, sus piernas temblaban como gelatina. —Sebb.— Rogó en susurro por su toque.

Sebastian sonrió, acercándose  a ella y  tomandola por la cintura; la llevó  lentamente a la cama donde la empujó. Con su nariz empezó a hacer un caminó desde el pubis aún cubierto por la pantis, pasando por su abdomen y terminando en sus pechos desnudos, a los cuales admiró.

—Estás tan buena, Lía Marie. No sabes lo duro que me pones cada que te veo.— Gruñó él, tomándole las manos y ajustando el resto del cinturón en el cabecero que la cama tenía y era perfecto para lo que planeaba.

Behind the Scenes  •|Sebastian Stan|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora