Los Marshall #PGP2024

🥀 d i e z 🥀

Narración: Anabelle Russell.

Han transcurrido ya siete días desde mi traslado a Wild, un pintoresco rincón del que jamás había oído mencionar, en compañía de parientes cuya existencia me era ajena hasta el momento, y cuya presencia no se encontraba reflejada ni en mapas físicos ni en las búsquedas directas de Google. Me veo en la necesidad de expresar que esta semana ha resultado considerablemente más apacible de lo que mis expectativas podían sugerir. La disparidad con la bulliciosa vida citadina se presenta como un innegable punto a favor de este enclave, donde los adolescentes exhiben una serenidad que, aunque sutil, contrasta con la agitación urbana.

Es imperativo señalar que la inusual tranquilidad que define la atmósfera de Wild no ha pasado desapercibida. Este pequeño pueblo, inexistente en los registros cartográficos convencionales, se erige como un remanso de paz en comparación con el ajetreo de la ciudad. La calma que impregna cada rincón se convierte en una característica distintiva que moldea la experiencia de quienes optan por sumergirse en su singularidad.

Si bien la placidez domina, es intrigante observar que la juventud local, aunque aparentemente más sosegada que sus contrapartes urbanas, destila un cierto grado de independencia. Este matiz adicional añade complejidad a la dinámica social de Wild. La independencia juvenil, si bien no disruptiva, se manifiesta como un elemento que confiere singularidad a la comunidad, escapando así de las convenciones urbanas comunes.

En este breve lapso, mi percepción de Wild ha experimentado una transformación positiva. La adaptación a un entorno donde la quietud se mezcla con la independencia juvenil ha revelado un aspecto inexplorado y enriquecedor. Este rincón ignoto en los mapas convencionales se revela como un refugio sereno y dinámico, proporcionando una visión refrescante de la vida que contrasta con las expectativas asociadas a las urbes.

Un dato bastante curioso sobre los jóvenes de Wild es que todos parecen tener una vida sexualmente muy activa, en varias ocasiones entraba al baño de las chicas y escuchaba gemidos, y una vez lo vi en vivo y directo, cuando un chico le estaba metiendo mano a una chica encima del lavamanos. Fue bastante incómodo, pero me sirvió para escribir un capítulo más de mí novela, que ha alcanzado una cantidad de vistas que ni en sueños había imaginado, y no puedo sentirme más contenta con eso. La imaginación e inspiración provienen de cualquier parte.

He encontrado varios libros interesantes en la biblioteca local, incluso hice amistad con la chica que se encarga de cuidar todo, y me dice que soy una de las pocas clientes que la frecuentan. He encontrado un lindo de BDSM que me ha encantado, y que por cierto tienes tres secuelas más, pero como aún no he terminado con el primero no puedo ni pensar en los siguientes, pero si son como el primero se volverán mi saga preferida

—Anabelle, es imperativo que concluyas la tarea antes de la llegada del maestro para que pueda replicarla— Rodrigo, visiblemente ansioso, revela su desesperación. Sin embargo, encuentro cierta ironía en la debilidad de alguien tan falto de destreza en matemáticas, incapaz incluso de identificar la raíz cuadrada de veinticinco.

—Creo que sería más provechoso que recibieras clases particulares en lugar de depender de copiar mis tareas. No te será de utilidad cuando enfrentes un examen y la asistencia no esté disponible. La verdad eventualmente se manifestará— advierto, entregándole mi cuaderno con los ejercicios resueltos. Sin demora, comienza a reproducir meticulosamente lo que elaboré la noche anterior.

—Lo necesito con premura. No he fracasado porque la Luna es grande, ¿Comprendes?— mientras copia, sus movimientos son rápidos. Es sorprendente la velocidad con la que duplica los ejercicios.

—¿Qué conmemoramos el lunes?— inquiro, sintiéndome desplazada en esta institución. Todos aluden al Festival de La Luna Roja, pero desconozco por completo su significado.