🥀 c u a r e n t a | s i e t e 🥀

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Narración: Waldheri Marshall.

En la penumbra del bosque, la rabia y la desesperación dan forma a mi lobo interior, liberándolo sin restricciones. Los susurros del viento entre los árboles parecen llevar consigo los ecos de una relación rota. Rachel queda atrás, su voz desvaneciéndose en la oscura melancolía de mis pensamientos. La metamorfosis en la criatura nocturna es una huida de las ataduras emocionales, un escape hacia la libertad salvaje que el hombre no puede proporcionar.

Los aullidos solitarios se mezclan con la densidad del bosque, mientras la confusión y el dolor se entrelazan en la maraña de mi mente. Cada paso de mi lobo resuena con la resonancia de decisiones irreversibles, y el eco de la conversación inconclusa se desvanece en la distancia. En este reino sombrío, la conexión con la humanidad se desdibuja, dejando solo la presencia salvaje de un alma atormentada en busca de una redención que parece elusiva.

En mi búsqueda frenética, la confusión nubla mis pensamientos, y la oscura sombra de la incertidumbre se cierne sobre mí. Cada paso es un eco de preocupación, y la falta de noticias sobre Anabelle pesa en mi pecho como una losa de plomo. El temor, ese compañero indeseado, se aferra a mí, arañando la cordura con garras afiladas.

El cielo, que antes era un lienzo azul sereno, se transforma en un escenario apocalíptico. En cuestión de segundos, la naturaleza misma parece rebelarse contra mi búsqueda. Las nubes grises, como heraldos de la desdicha, cubren el cielo, absorbiendo la luz y la esperanza. El viento, impetuoso y salvaje, agita las ramas de los árboles en un macabro baile, anticipando una tormenta que se gesta en las entrañas del desespero.

La transición abrupta del idílico cielo a la oscuridad tormentosa refleja la tormenta emocional que me consume. Cada ráfaga de viento parece llevar consigo susurros de inquietud y el presentimiento de que la tragedia acecha en la penumbra. En este teatro de sombras, la búsqueda se vuelve un laberinto emocional, y el peso del silencio se cierne sobre mí como un augurio sombrío. Mientras avanzo, la atmósfera enrarecida aumenta, y el inminente diluvio parece ser una metáfora de la tempestad que se avecina.

Bajo la cacofonía de truenos que retumban en el bosque, mi avance se ve envuelto en un frenesí de elementos desatados. Los relámpagos iluminan momentáneamente el camino, revelando sombras danzantes y hojas temblorosas. Un estruendo ensordecedor me aturde, un eco de la tormenta interna que me consume.

La lluvia, implacable, desciende en un diluvio furioso, empapando mi pelaje y enturbiando la visión con las lágrimas del cielo. Las gotas, como agujas líquidas, caen sobre mis ojos, oscureciendo la percepción y acentuando la sensación de desamparo. Las ramas de los árboles, convertidas en latigazos naturales, azotan los costados de mi cuerpo, algunas adornadas con espinas que dejan marcas efímeras. La lluvia, cruel compañera de mi desesperada carrera, lava las heridas, pero el dolor persiste en la penumbra de mi existencia.

Los minutos transcurren en un torbellino de caos natural, guiándome únicamente por el rastro olfativo de Anabelle. Cada inhalación es un recordatorio de la fugacidad de su aroma, disminuyendo con la implacable danza de la lluvia sobre la tierra. Entre la oscuridad del bosque y el chaparrón que se cierne sobre mí, la búsqueda se convierte en una travesía por la desolación, donde la única guía es la esperanza frágil que aún persiste en el eco de su esencia, que desaparece con cada segundo que pasa.

La silueta ante mí se torna en un espectro doloroso que me fuerza a detenerme bruscamente. El lodo, levantado por la inesperada pausa, se adhiere a mis patas, como una sombra más en el torbellino de emociones. Mis sentidos se agudizan de manera abrupta, y una lentitud envolvente se apodera de mi percepción, como si el universo conspirara para eternizar el instante.

La respiración agitada se convierte en un eco de ansiedad, resonando en el silencio que se cierne entre la lluvia y los truenos. Un gruñido gutural escapa de mí, una expresión audible de la tormenta que se desata dentro. Aunque la frase popular sugiere "con el corazón en la boca", la metáfora palidece ante la realidad de este momento, donde el nudo en mi garganta es tangible.

Los Marshall #PGP2024Where stories live. Discover now