🥀 t r e i n t a | d o s 🥀

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—Viendo el lado bueno, pareces un dálmata, y los daltamas son lindos.

En el sombrío reflejo de mi ser, las palabras de Lucas resuenan como un eco de burla, recordándome mi imagen desgarrada. No me digno a replicarle; la fatiga y desánimo pesan sobre mí. Mis marcas, como las de un dálmata maltratado, se entrelazan con la oscura narrativa de mi existencia. Mi reflejo, una paleta de rojos y sombras, proyecta una imagen que detesto con fervor. Ardor persistente y dolor, físico y emocional, me acechan. Gunther y Volker, pilares de apoyo, se desvanecen, dejándome envuelta en la penumbra de mi propia desesperación, porque desgraciadamente, se han ido.

Después de envolverme en las hojas sugeridas por mi tía Mari, busqué ocultar las secuelas bajo una licra morada que abrazaba mis piernas y una blusa de mangas largas. La desidia me impedía peinarme; opté por un recogido descuidado. El rostro, mi único lienzo aún moldeable, recibió capas de base para camuflar las marcas impías.

Volker y Gunther, inquebrantables apoyos, intentaron en vano desviar mi mente del dolor. Dos horas de agonía transcurrieron sin piedad. Mientras, en un intento por ahogar el llanto, una comedia parpadeaba en la pantalla. En ese momento, como un cruel recordatorio, mi zona íntima ardió una vez más. No necesité más que un pensamiento para comprender que Waldheri había decidido un segundo asalto, cavando su propia tumba con cada instante.

—No me hables —susurro a mi primo, que acaba de abrir su boca, para decirme algo supongo.

—Venga, Anabelle, no permitas que esto te afecte en exceso. Waldheri es un imbécil que no comprende el tesoro que tiene frente a él— reposa su mano en mi hombro, su tacto intenta transmitir consuelo —Escucha atentamente y no me interrumpas. Al conocerte, pensé que serías una carga, obligándome a llevar tus maletas hasta tu habitación sin conocernos, y créeme, eso no me agradó en absoluto. Luego, parecía que me intentabas arrebatar a mi madre, así que como represalia, me llevé a tu hermana, aunque salí perdiendo— su sonrisa es un rastro de las luchas pasadas, y me río de ello.

—Sin embargo, tras pasar tiempo contigo, al convivir, he llegado a comprender que eres una de las personas más hermosas que he conocido, y no me refiero a lo físico porque dejas mucho que desear— frunzo el ceño ante su inusual manera de hacerme sentir mejor —Eres amable, divertida, peculiar, ingeniosa y auténtica; única, Anabelle, y si Waldheri no lo ve, entonces él se lo pierde—

—Eso es lo más hermoso que me han dicho nunca —murmuro, sintiendo la calidez de las lágrimas deslizándose por mis mejillas. La emoción me envuelve como una suave marea.

—Además, no tienes que derramar lágrimas por un pito cuando tienes otros dos de repuesto, ¿Cierto?— guiña, infundiendo la conversación con un toque juguetón y complicidad.

—Tienes toda la razón— respondo, elevando mi pulgar en un gesto afirmativo que se convierte en un símbolo cómplice entre nosotros.

Al alzar la mirada, me encuentro con la expresión de mi tío Leonardo, quien nos observa con ceño fruncido, alternando su atención entre su hijo y yo.

—¿Por qué están hablando de pitos? —inquiriere, confundido
—¿Es que ahora están en el mismo bando? Hijo, quiero decirte que siempre supe que..—

Lucas lo corta, con una seriedad que apenas oculta su toque de burla.

—Papá, no.

—Bueno— mi tío se encoge de hombros, volviendo su mirada hacia mí —¿Cómo te sientes?—

—Más o menos— arrugo mi nariz, transmitiendo una complejidad de emociones —Podría estar mejor si me como un helado, así que iré en busca de uno—

Los Marshall #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora