🥀 c i n c u e n t a | s e i s 🥀

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En los esbozos iniciales de la velada, que de hecho no eran particularmente extravagantes dada mi situación, ya que salir no me importaba en absoluto, no figuraba la idea de escaparnos de la casa como fugitivos a la medianoche y recalar en un lago para consumar nuestro amor al amanecer. En lo más mínimo, esa secuencia no estaba orquestada desde el principio. Es precisamente por esa razón que resultó sorprendente, tanto para Volker como para mí, percatarnos de que los primeros rayos del alba nos envolvían.

La noche, que en su origen prometía ser comedida, se metamorfoseó en una odisea inesperada, ondeando entre las sombras y los susurros clandestinos de la madrugada.

Contemplar cómo el exquisito firmamento se tiñe con una tonalidad anaranjada, desplazando la oscuridad de la noche para ceder paso a la luminosidad de un amanecer resplandeciente, resulta en una experiencia singular. La visión desde la espalda de Volker, mientras corre hacia la morada, aporta un matiz de singularidad a este momento que ni en el rincón más recóndito de mi imaginación habría anticipado.

Es peculiar, pero en toda mi existencia, jamás había presenciado un amanecer, al menos no de manera auténtica. Siempre me limitaba a contemplarlos a través de fotografías y vídeos. En gran medida, esto se debía a que, en este segmento del día, suelo hallarme sumida en el sueño, y tampoco había cultivado un interés genuino en presenciarlo.

Me conformaba con los atardeceres, creía que era suficiente. Qué ingenua fui. Esto, esto es la belleza en su forma más pura. El reemplazo del cielo oscuro por los vibrantes colores del amanecer constituye una maravilla visual digna de ser atestiguada en cada jornada de mi existencia.

Mi éxtasis ante la visión embriagadora del firmamento ha eclipsado mi preocupación por la seguridad. Y es que, yaciendo sobre el lomo de Volker, he desestimado la posibilidad de que su salto pueda desembocar en mi caída al suelo. No obstante, mi escaso instinto de supervivencia me susurra que siga absorta en la contemplación del cielo, ajena a la amenaza de una potencial fractura al impactar contra la tierra. Es como si el sensor de peligro inherente a toda persona se hubiera desconectado, y ante mi ignorancia sobre cómo reactivarlo, opto por dejarlo así.

La aparente ausencia de reprimenda por parte de Volker en cuanto a mi posición insensata infunde una falsa sensación de seguridad en este rincón efímero de la realidad. Quizás, solo tal vez, la audacia en la que me sumerjo no sea tan temeraria como parece, y la complacencia momentánea de Volker funge como un salvoconducto en esta travesía peculiar.

Transcurre un lapso antes de que me incline a prestar atención a los alrededores y al trayecto que transitamos, justo cuando discernir la disminución en la densidad del bosque y la mengua de árboles se hace patente.

Finalmente, alcanzamos su casa, dando término a esta noche extraordinaria. Desgraciadamente, esta epopeya ha llegado a su ocaso, pero la fugacidad de esta maravillosa experiencia no implica que no se pueda replicar en el futuro.

Percibo cómo Volker se recuesta en el suelo, su pecho adherido a la tierra. Esta postura simplifica mi descenso, facilitando el contacto con la realidad firme. Me erijo frente a él, y una sonrisa de ternura se dibuja en mi rostro al contemplar sus ojos cerrados, su respiración agitada y la lengua asomando, cual si fuese un can fatigado. La fatiga le embarga, sin duda alguna; el sendero, extenso, y mi figura, a pesar de aparentar delgadez, carga con mis considerables 61 kilogramos.

Envuelta en la manta, sostengo con cuidado la indumentaria de Volker entre mis manos. La metamorfosis se manifiesta cuando advierto la emanación de un ligero rastro de humo desde su cuerpo. La pelambre que recubre su ser disminuye, al igual que su estatura.

La contemplación de su metamorfosis despierta una curiosidad intrigante en mí. ¿Qué sensaciones acompañan a ese cambio de estado? Se antoja un enigma intrigante, lejos de la simplicidad que aparenta. La evocación de las series de fantasía asoma en mi mente, recordando cómo en "Los Originales" se plantea ese proceso como doloroso. ¿Acaso experimentan algún tipo de sufrimiento que ocultan o simplemente carecen de sensaciones durante el tránsito?

Los Marshall #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora