🥀 c u a r e n t a | d o s 🥀

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Narración: Waldheri Marshall.

La taza de chocolate caliente que sostenía en sus manos se estrella contra el suelo, estallando en innumerables fragmentos que esparcen su contenido por toda la habitación. No me dirige la mirada; su atención se centra en el suelo, mientras sus manos tiemblan visiblemente. Observo su muslo, y las lágrimas que han caído sobre su pantalón revelan una vulnerabilidad que no esperaba. ¿Está llorando? ¿Por qué lo hace? No merezco sus lágrimas. Ella merece todo lo bueno que existe en este mundo, y está claro que no soy yo.

Anabelle es una luz en medio de toda la oscuridad que domina mi vida. Su sonrisa irradia una calidez que ha logrado derretir el hielo que, durante toda mi existencia, ha cubierto mi corazón. No merece estar con alguien que, de forma directa o indirecta, terminará apagando esa luz hermosa que la envuelve. Ella no lo sabe, pero desde que llegó ha alterado muchas cosas, transformando sin pretenderlo las sombras que oscurecen mi mundo.

Volker ha abandonado su posición neutral y hermética frente a las emociones, revelando sonrisas en estas últimas dos semanas más que en los dieciocho años de su existencia. Gunther ha liberado al lobo que dormía en su interior, abandonando su rebeldía e impulsividad para centrarse únicamente en ella, mostrándose cauteloso y astuto.

Yo mismo he logrado desprenderme de la cerrazón y manipulabilidad ante los caprichos de Antón, vislumbrando la presencia de un corazón palpitar bajo mi pecho. Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, continúo infligiéndole sufrimiento a Anabelle. Mi visión en túnel cuando estoy enfadado solo amenaza con destruirla, y no permitiré que mi salvación se sumerja en el abismo junto a mí. Haré hasta lo imposible por resguardarla de mi oscuridad.

—¿Por qué me quieres rechazar, Waldheri?— pregunta, con la voz entrecortada, llorando. Sus hombros se mueven en sincronía con sus sollozos, aún cuando noto su intento de no seguir llorando.

—Lo único que he hecho desde que nos conocimos, es dañarte— acerco mis manos a su rostro, y limpio un poco las lágrimas que no dejan de brotar —Soy una mala persona, Anabelle, y tú mereces estar con alguien que te cuide, no que te destruya—

—¿Qué te hace pensar que yo soy buena, Waldheri? Todos tenemos nuestros defectos, cometemos errores de los que nos arrepentimos después, pero no por eso tienes que rechazarme. No quiero— niega, sujetando mis manos. Miro sus ojos negros, llenos de lágrimas, su nariz roja y cómo sus labios tiemblan.

—Te hice daño, Anabelle. Me dejé llevar por los celos y el enojo, y te hice tanto daño— aparto mis manos —Estabas mal y aún así no me importó, eso me hace una pésima persona. Soy egoísta, cruel y sanguinario, no me importa nada más que a mí mismo. A mi lado solo vas a sufrir— me interrumpe con un grito, desafiante.

—¿Qué te hace pensar que no quiero sufrir contigo?— mi voz suena más fuerte de lo que pretendía. Sus ojos me escudriñan, buscando respuestas en los rincones oscuros de mi alma.

—No mereces esto, Anabelle. Eres mejor que yo— se aleja, evitando mi mirada.

—Todos tenemos oscuridad en nosotros, Waldheri. No puedes decidir por mí qué merezco. Quiero estar contigo, incluso con toda tu oscuridad— sus lágrimas caen libremente mientras sostiene mi mirada.

El frío silencio se apodera de la habitación mientras enfrentamos nuestras verdades. Anabelle, con lágrimas en los ojos, y yo, aferrándome a mi propia oscuridad. En medio de ese conflicto, la realidad se desliza entre nuestras palabras, espinas que se clavan profundamente en la piel de nuestros corazones.

—No conoces el monstruo que habita en mí— murmuro, sintiendo el peso de mi propia condena.

—Quizás tampoco conoces a la chica que está dispuesta a enfrentarse a él—responde con una valentía que me desarma.

Los Marshall #PGP2024Where stories live. Discover now