🥀 d i e c i o c h o 🥀

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Despierto en una neblina de desorientación, mi mente asediada por un dolor palpitante que parece arrancar mi cerebro desde adentro. Un zumbido ominoso resuena en mi cabeza, como el susurro de la estática de un televisor moribundo cuando la señal se desvanece en la oscuridad. Mis ojos se abren lentamente, solo para encontrarse con la mirada penetrante y cargada de Marisol, una mezcla de cariño y preocupación que se desliza como una sombra sobre su rostro.

—Tía Mari, he tenido el sueño más perturbador de mi vida— murmuro con un hilo de voz que apenas se atreve a romper el silencio tenso —Estaba en la casa de Volker, compartiendo té con su madre, y de repente, un lobo. Un lobo inmenso. Saltó sobre...— Mis palabras vacilan mientras pierdo el enfoque en Marisol, mi mirada desviándose hacia el entorno que me rodea. Este no es mi santuario; las paredes, en lugar de ser moradas, se ciernen blancas y carentes de vida.

—¿Dónde estamos?— cuestiono, el ceño fruncido en una expresión de perplejidad. La respuesta de Marisol no hace más que intensificar el latido persistente de mi cabeza.

—Anabelle, nos encontramos en la casa de Volker— revela con una seriedad que siembra la semilla de la inquietud. Se acerca con cautela, sus dedos acariciando mi cabeza con ternura.

—Por favor, no te esfuerces más. Solo empeorará tu condición.

—¿Qué ocurrió?— imploro, mi mente envuelta en una niebla sepulcral que obstaculiza cualquier intento de comprensión.

—Primero necesito que, por favor te calmes— exige en un tono imperturbable, como un presagio de la tormenta que se avecina.

—Estoy calmada— susurro, pero mi ser tiembla ante la oscuridad que se cierne.

—No estás bien— afirma con una certeza que corta como una hoja afilada —No creo que decirte las cosas ahora sea lo mejor para tu salud—

—¿Decirme qué?— retorno, pero la desesperación se enreda en mis palabras. La niebla de misterio es densa, y la gravedad de su silencio oscuro cobra forma.

—Por favor, tía Mari, no me oculten más cosas. Estoy harta de que me vean la cara de boba. Sé que lo sucedido con esas marcas no fue normal, y tú sabes lo que son. Me mentiste diciendo que era una reacción alérgica, pero esperé pacientemente a que me dijeras la verdad por tu cuenta, y no lo has hecho.

—Es difícil— susurra con una melancolía que emana de lo más profundo. Sus ojos, llenos de lágrimas contenidas, revelan la carga que está a punto de soltar
—Anabelle, lo que tengo que decirte no es como confesar que has roto un jarrón—

—¿Tan grave es?— planteo, tratando de sostener mi fragilidad en medio de la inminente oscuridad.

—¿Nunca te has preguntado por qué el frío no nos afecta de la misma forma que a ti, o por qué Lucas carga con el tronco de un árbol solo, sin cansarse?— interroga, y la conexión entre sus palabras y las sombras que rodean a quienes conozco me golpea como un eco ancestral.

—¿Qué tiene eso que ver?— murmuro, envuelta en una bruma de incertidumbre y temor.

—Mucho, tiene mucho que ver— responde con solemnidad —La bibliotecaria te prestó un libro que narra la historia del pueblo, cómo llegaron aquí los primeros pobladores hace más de cinco mil años— asiento, recordando el antiguo volumen que exploré
—¿Qué pensarías si todo lo que leíste fuera cierto?—

—¿Hablas de la bendición de la Luna?— inquiero, pero temo la respuesta. Asiente con gravedad.

—Tía Mari, eso que me estás diciendo es una locura, es imposible— intento negar la oscura realidad, pero mis palabras resuenan huecas en el abismo de la revelación.

Los Marshall #PGP2024Where stories live. Discover now