🥀 c i n c u e n t a | u n o 🥀

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Narración: Anabelle Russell.

"Es asombroso cómo una experiencia cercana a la muerte transforma la percepción de la vida, instilando una urgencia por vivirla como si cada día fuese el último suspiro. Surge un deseo de aprovechar cada instante, sabiendo que el tiempo se desvanece inexorablemente. Sin embargo, la ironía se cierne en la realidad de que a menudo empezamos a vivir plenamente solo cuando la sombra de la muerte se proyecta sobre nosotros"

Encerrada en esta cárcel temporal de recuperación, las páginas del libro que Leonor, madre de mis papasitos, me prestó se deslizan como un escape temporal. Aunque amo la lectura y las reflexiones del autor tejen analogías intrigantes, la monotonía del encierro se enreda en mi ser. No malinterpreten mi aprecio por la literatura; es más bien el contraste entre la fascinación intelectual y la ansiedad física lo que me envuelve en una paradoja.

Soy una adolescente extrovertida, amante de la libertad y las fiestas, y este encierro es una tortura invisible que despierta un estrés y ansiedad inefables. Entre estas cuatro paredes, la contradicción de concentrarme más en la lectura con ruido que en el silencio se convierte en una pizca de ironía, resaltando la complejidad de mis emociones. Cada día de confinamiento es un recordatorio de la vitalidad robada y la danza inalcanzable de la libertad, marcando una brecha entre la mente cautiva y el espíritu anhelante de la juventud.

La supuesta calma que debería acompañar mi convalecencia se disuelve en un caos latente. El hecho de tener mi espalda en carne viva agrega una capa de dificultad a cada aspecto de mi existencia aquí. El intento de concentrarme se convierte en una tarea titánica, eclipsada por el dolor punzante que surge con cada mínimo movimiento.

Cada gesto, por insignificante que sea, desencadena una tormenta de agonía en las heridas crudas sobre mi espalda. Cada respiración, un recordatorio constante de la vulnerabilidad de mi cuerpo. Las llamas del dolor arden de manera despiadada, entrelazándose con el tejido de mi piel lastimada. La aparente tranquilidad del entorno se ve eclipsada por la sinfonía de sufrimiento físico, convirtiendo mi recuperación en un viaje a través de un paisaje sombrío donde cada paso es un encuentro con la punzante realidad de la fragilidad humana.

En este instante, ninguna palabra se alza suficiente para encapsular la complejidad de mis sentimientos. Mis ojos, abrasados por las lágrimas que han caído en torrentes interminables, reflejan el eco de mi dolor interior. La inmovilidad prolongada ha dejado mis piernas entumecidas, como testigos silentes de las horas boca abajo en la agonía del reposo forzado.

Cada movimiento de mis brazos se despliega como una tortura, una danza dolorosa que se ejecuta en el escenario de mi propia piel maltrecha. Ni hablar de los estornudos, donde mi espalda se contrae en una sinfonía de dolor, como si mis alergias conspiraran para añadir un capítulo más a mi proceso de sanación. Mi cuerpo, masoquista en su afán de experimentar límites, parece desafiar los umbrales del sufrimiento que puedo soportar. Este viaje de autodestrucción se teje en la trama de mi existencia, un relato oscuro donde la batalla interna se manifiesta en la confluencia del dolor físico y la resistencia emocional.

Es como cuando se rompe un aparato electrodoméstico en casa. Existe una magia oscura, una conexión misteriosa que une la ruptura de uno con la caída inevitable de todos los demás. En ese momento, la casa se convierte en un santuario de descomposición, donde el misterio de la avería se entreteje con la sombra de lo desconocido.

La soledad se cierne sobre mi dolor como una sombra ineludible en esta habitación silenciosa. No tengo a nadie con quien compartir el peso de mi agonía, quedando atrapada en la compañía indeseada del sufrimiento. Tía Mari, mi única conexión momentánea con el mundo exterior, se ha retirado a la cocina en su noble intento de aliviar mi malestar con un té contra las alergias, dejándome aquí, envuelta en la penumbra de la soledad.

Los Marshall #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora