🥀 t r e i n t a | c i n c o 🥀

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—Todos queremos tantas cosas— intento bromear, buscando en el humor un refugio para disfrazar la obvia nerviosidad que se apodera de mí. ¿Quién no lo estaría? Gunther, al igual que sus hermanos, emana esa aura dominante y esa mirada tan dura que, con un solo gesto, es capaz de arrodillarte y hacerte creer que eso es algo que tú querías.

Sus ojos ámbar me observan intensamente, destilando un brillo que parece intensificarse con cada segundo que transcurre. Su respiración choca contra mis labios, aumentando la tentación de querer besarlo. Sí, existen deseos inconfesables de que esos carnosos labios estén tocando los míos.

—¡Ay!— escapo un quejido al sentir la mordida en mi pie. Gunther se aparta de mí, y la penumbra revela la figura de la híbrida que nos interrumpe. La ironía se dibuja en mi rostro —Parece que alguien no quiere que me beses—

—Te voy a dejar con Luna, déjame besar a mi chica— se queja Gunther, apartando a la híbrida de un gesto brusco y ubicándola en una esquina de la habitación. Luego, la señala con autoridad, como un amo estableciendo límites —Te quedas ahí, no te muevas ni hagas nada comprometedor, o juro que te llevaré con los perros—

En esta escena cargada de sombras, la risa se mezcla con una tensión sutil. Las miradas se entrelazan en una danza oscura, donde la autoridad y las reglas imponen su presencia. La habitación se transforma en un espacio donde las relaciones se delinean con cada gesto, y la híbrida se convierte en un testigo silente de dinámicas complejas.

Gunther apenas da la vuelta cuando la híbrida, ágil como la sombra de la noche, ya se lanza hacia mí. Su pequeño tamaño la priva de subir a la cama por sí sola, así que, con patas traseras en el aire, araña las sábanas. Sus ojos verdes, penetrantes y suplicantes, buscan los míos, demandando ser elevada. No lo pienso dos veces; ignoro los reclamos de Gunther, quien profetiza estornudos y la cama cubierta de pelos, y la alzo hacia mí.

La híbrida se posa en mis piernas, desplegando una serie de movimientos ágiles y gráciles, como si su presencia fuera un delicado equilibrio entre lo salvaje y lo domesticado. No tarda en acomodarse sobre mis muslos, y su mirada, que un instante antes suplicaba, se torna intensa y desafiante. La híbrida no solo busca calor físico, sino también establecer su posición en este microcosmos que compartimos.

Mientras sostengo a la criatura en mis piernas, siento la presión de sus dientes en mi muñeca. La mezcla de dolor y dulzura se entreteje en un acto de confianza frágil pero poderosa. Gunther observa con una mezcla de incredulidad y resignación, como si reconociera que esta pequeña entidad peluda ha tejido su propia narrativa en mi vida.

—¡No te dejes morder!— grita Gunther, visiblemente alterado.

—Tranquilo, no duele— respondo, acariciando el pelaje marrón de la híbrida, que ronronea como un gato —Eres una ternura—

—¡Es un demonio!—exclama molesto, para luego bajar la mirada al suelo, adoptando una expresión de cachorro triste y haciendo un puchero —Arruinó mi oportunidad de besarte— murmura.

Una sonrisa tierna se dibuja en mi rostro al ver esa faceta de Gunther, una vulnerabilidad que rara vez se asoma. Me levanto de la cama y, sin pensarlo dos veces, le doy un corto beso en los labios, provocando que abra los ojos con sorpresa. La ternura se mezcla con la sorpresa en su mirada, y aprovecho para inclinarme y repetir la acción por segunda vez.

—Para que no te quedes con las ganas—digo con una suave complicidad, mientras sus mejillas se tiñen de un color rojo intenso. Gunther aparta la mirada, pero no puede esconder la gratitud y felicidad que destellan en sus ojos.

En esta dualidad palpable, hasta hace apenas un minuto, la mirada de Gunther podría someterme, dejarme de rodillas sin pronunciar palabra. Pero ahora, esos ojos poderosos me observan con la ternura de un niño que está descubriendo los matices de la vida. Dos caracteres en un mismo cuerpo: un dominante que controla todo, y un niño tierno que derrama amor sobre sus seres queridos. Es una fusión explosiva y hermosa que se manifiesta en cada gesto, en cada cambio de expresión.

Los Marshall #PGP2024Where stories live. Discover now