🥀 v e i n t i s i e t e 🥀

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Advertencia: Este capítulo contiene escenas sexuales explícitas, demás está decir que no debes leerlo si no quieres, puedes saltarlo hasta donde aparecen estas letras otra vez

Narración: Anabelle Russell.

No tengo palabras para explicar cómo es que me siento, pero puedo asegurar que es una sensación completamente nueva, y magnífica. La lengua de Ángel está haciendo maravillas en mi punto dulce, succionando cada parte de mi ser como todo un profesional, sujetando mis piernas y mi cadera para impedir que me mueva de la posición en la que él me puso. Me han hecho sexo oral otras veces, pero nada se compara con esto. Aunque en el fondo, muy en el fondo, no me siento satisfecha del todo.

Cuando deja su accionar me siento vacía, gimo insatisfecha e intento que regrese a su posición inicial al poner mi mano en su cabeza y empujar. Lo que recibo es que sujete mis muñecas y deba detenerme. En un movimiento rápido termino boca abajo, con mi vestido alzado hasta la cintura, dejándome aún más expuesta, y no es que esa exposición me moleste para nada. Intento moverme en busca de una posición un poco más cómoda, pues estando boca abajo mis senos se aprisionan contra el colchón y me duele un poco, al final no logro ponerme cómoda, ya que me da una nalgada, seguido de susurrar en mi oído.

—Quieta— su orden fue acatada al instante. En la cama me puedo comportar como una sumisa y lo admito, me gusta ceder el control en momento como este.

Sus manos acariciando mi culo todo lo que desea, pasando también su dedo por toda mi vagina y haciendo el amago de introducir uno de sus dedos, nunca lo hace, y eso me lleva al borde de la desesperación. Ángel lo nota, porque acaricia mi vagina con más frecuencia, dejándome aún más húmeda, si es que eso llega a ser posible.

Lo siguiente que escucho es como baja la bragueta de su pantalón, siento la punta de su miembro acariciar mi culo y eso me emociona. Dejo de sentir su peso encima de mí, y es entonces que aprovecho para moverme un poco y dejar mis senos un poco más libres, menos adoloridos. Volteo la cabeza en su dirección, está abriendo un preservativo y poniéndolo en su pene. Bien hecho, vaquero, sin gorrito no hay fiesta.

Vuelve a colocarse encima de mí, pero esta vez me voltea, quedando cara a cara. Estiro mis brazos hasta rodear su cuello y pegar sus labios a los míos, queriendo por fin apagar ese deseo continuo de estarlo besando. Guía su pene hasta la entrada de mi vagina, y suspiro al notar el gran tamaño con el que ha sido bendecido.

Te va a doler. Avisa mi conciencia.

Lo inesperado se apoderó de la habitación, dejando en su estela un silencio opresivo que ahogaba incluso el latido de nuestros corazones. La música festiva fue reemplazada por el gruñido profundo de un lobo colosal que hizo temblar la estructura de la puerta caída. La desnudez, que momentos antes era un símbolo de intimidad, se convirtió en vulnerabilidad frente a la mirada del imponente animal.

En un intento instintivo por preservar la modestia, mis dedos se aferraron a una sábana cercana, mientras Ángel, sin perder la compostura, se cubría con una almohada. El lobo, de casi dos metros de altura, nos observaba con ojos intensos, sumidos en un gruñido constante que resonaba en la habitación.

El aura de misterio se espesó cuando una extraña capa de humo envolvió al lobo, transformándolo gradualmente en una figura más humana. La metamorfosis, aunque desconcertante, no provocó reacción alguna en Ángel, cuyo semblante permanecía imperturbable.

En busca de respuestas, mis ojos buscaron los suyos, solo para hallar un enigma aún más profundo. La tensión en el aire era palpable, como si la habitación hubiera sido invadida por fuerzas oscuras que desafiaban cualquier explicación lógica.

Un escalofrío glacial recorre mi espina dorsal al contemplar el rostro enloquecido de Waldheri, iluminado por la tenue luz que revela la furia palpable en sus ojos dorados. Las garras, afiladas como cuchillas, reflejan un brillo amenazador, mientras sus colmillos sobresalen de una boca entreabierta que exhala gruñidos animales.

Los Marshall #PGP2024Onde histórias criam vida. Descubra agora