Capítulo 2: Mi equivocación

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Lucy

-¡Tú nunca decidirás con quién debo casarme! -exclamó una chica de largo cabello rubio que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Ella tenía unos ojos azules tal cual zafiros y una piel blanca como la luna.

-¡Lucy! -gritó su padre, el Rey, de manera severa haciendo que Lucy se estremeciera-. Sabes muy bien cuál es tu deber y tal cual son las reglas tienes que casarte al cumplir los 18 años -dijo su padre de manera firme.

-Pero no quiero casarme con cualquiera que me pongan enfrente.

-Entonces ¿qué propones? Rechazas a todos los pretendientes y siempre estás con tu actitud de que nadie te merece.

-¡Porque eso es cierto! -gritó Lucy, enfurecida. Su padre le dedicó una mirada repleta de odio y levantó su gruesa mano con el fin de darle una bofetada. Ella sólo apretó los ojos con fuerza, esperando sentir el impacto de su mano contra su rostro, pero en cambio, lo único que recibió fue un cansado suspiro por parte de su padre.

-Lucy, entiende que esto es lo mejor para el reino. -Comenzó nuevamente a hablar con calma ante su hija-. Al contraer matrimonio se crea el futuro. -Hizo una breve pausa, pues se comenzaba a aclarar el motivo principal-. Tiene que haber un sucesor para proteger el reino.

-En pocas palabras me tengo que acostar con un tipo. -Su padre golpeo fuertemente la puerta. A la mierda, había acabado con su paciencia.

-¡¿Lucy, podrías madurar, por favor?! -El Rey inhalaba y exhalaba violentamente, estaba más cabreado que nunca.

-¡Bien! Si tanto quieres que me case, ¡está bien! Pero esta es mi condición. -Ella se acercó al borde del balcón y sacó de su bolsillo un pañuelo de seda con el escudo del reino bordado en el junto con las iniciales de su nombre: "L.S". Sabía que lo que estaba por hacer sería una locura, pero algo en ella le decía que no tenía que ceder-. Quien me devuelva este pañuelo será la persona que se casará conmigo. -Su padre apretó los dientes.

-¡Bien! Con tal de asegurar el bien del reino, voy a dejar que hagas tu jueguito. -Se acercó a ella para confrontarla. Su mirada gélida provocó que Lucy se encogiera de una manera casi imperceptible-. Pero te lo advierto... no importa quién sea el que te lo traiga, no te quejarás y esa persona se casará contigo.

-¡Bien! -exclamó Lucy, furiosa, dejando caer el pañuelo por el balcón y este fue llevado por el viento.

-¿Me harías el favor de retírate de mí alcoba, padre? -Su padre sólo soltó un bufido y cerró la puerta de un golpe-. ¿Qué he hecho? -Lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas; entonces, ella miró al cielo, este estaba repleto de nubes oscuras. Una tormenta se avecinaba.

 Una tormenta se avecinaba

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Yo no soy tu príncipe [yuri/lesbico]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt