Yo no soy tu príncipe [yuri/lesbico]

Capítulo 43: Antiguos tropiezos

Lucy

Diablos, fue lo último que alcanzo a pensar antes de que su cuerpo por instinto se pusiera flojo  y se dejase llevar. Cerrando los ojos sintió como la fría llovizna  que era llevaba por el aire se estampaba contra su cara. Ese sentimiento de qur a pesar de no ver nada a su alrededor aun era capaz sentirse más despierta que nunca.

Como el volar de un ave, percibió una perturbación en el aire. No lo dudo ni un segundo, abrió sus ojos y velozmente jalo de su lado a un joven que caía junto a ella, no fue ningún problema rodearlo con sus brazos y posicionarlo bajo ella. Lo que sobraba solo era esperar el impacto.

No se arrepentiría de nada, pues al momento de apretarlo a ella, pudo observar su sonrisa pervertida y como su mano rápidamente se trasladó hacia su trasero apretándolo fuertemente. Si aún no estaba segura de que el chico aguantara la caída, ahora no permitiría que tan siquiera llegara al suelo con vida.

El piso cada vez estaba más cerca, de nuevo la frase.

“No pierdas el tiempo”

Apareció en su mente y miro a los ojos a aquel chico, de larga y descuidada cabellera café le sonrió más ampliamente con la carencia de varios de sus dientes. Ella le devolvió el gesto, sonriéndole de una manera en la que solo un ángel podría hacerlo. Por lastima ella no era un ángel,  pero ¿quién dice que los demonios no son hermosos?

El chico se adelantó y fusiono sus gruesos labios con los de ella. Gente tan descuidada y grosera como el, jamás podrían vivir bajo su mandato.

“Crack”

El cuerpo del joven se puso rígido y finalmente se impactó contra el suelo. Varios huesos rompiéndose como si se hubiese quebrado algún cristal. Valla que eso hubiera sido muy doloroso.

La caída le dejo aturdida, con dificultad conseguía ponerse de nuevo en pie. Tambaleante apretando el mango de su espada.

Dolía.

Sus piernas temblaban y su respiración se agitaba más y más.

-¡Joder!

Su pierna Izquierda  finalmente cedió y perdió el equilibrio llevándola de vuelta al suelo.

No se hizo esperar el recargar de un arco muy cerca de ella y al levantar su adolorida mirada se topó con una compañía algo nostalgica e inoportuna.

María, la arquera de Alexis se presentaba frente a ella apuntándole directamente a la cabeza.

Había cambiado mucho desde la última vez que se habían topado sus caminos. A diferencia de su encuentro anterior ahora su cabello era mucho más largo y se encontraba atado en una alta cola de caballo. Tan bien cuidado estaba que hasta le tenía envidia. Si se dejaba de  fijar en su cabello también podría resaltar su singular vestimenta. Una armadura de bronce acompañada de una capa blanca y la presencia de un águila real a su lado  le hacía ver como una diosa. Algo que desearías ver en el momento de tu muerte. Tan esplendido ángel.