Yo no soy tu príncipe [yuri/lesbico]

Capítulo 56: Olvido

Este nuevo inicio va dedicado a todos esos lectores que me apoyaron y enviaron mensajes de no rendirme con esta historia y a esas personas que me ayudaron y alentaron en el proceso de escritura de este capítulo. Muchas gracias a todos.

-Rein Sunset (decidí modificar un poco mi pseudónimo debido a este nuevo inicio)

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Palabras, historias, canciones, representaciones, símbolos, hechizos, recuerdos, sentimientos, tormento… frío.

Tantos acontecimientos, tanto dolor que habría que seguir soportando sobre sus hombros, tanto dolor que penetraba su ser sin piedad alguna, tanto dolor que hería profundamente con la más simple ventisca, con la más suave gota de lluvia, con la más sincera melodía, con la más delicada caricia, con la más hermosa mirada.

Ya no había nada más que ruinas de un alma, ruinas de un reino, ruinas de un amor.

¿Qué pasaría de ahora en adelante?
¿Qué pasaría con su historia?

Por un momento, se permitió recordar. No debía hacerlo.Tenía que sacarla de su mente a partir de ahora, esos traviesos ojos, ese alocado cabello, esa bella voz, que tantas veces la había salvado y condenado, que había pronunciado su nombre con dulzura, con anhelo, con angustia, con furia, con dolor,con pasión, con amor, esos labios que tantas veces había besado con la intención de dejar al mundo de lado, tantas cosas que había sacrificado en su nombre. Tanta sangre que derramó, tantos muros que destruyó, cuanto orgullo de su nación traicionó.

Ella ya no era una reina, no era más que una escoria que dio la espalda a su pueblo, que abandonó todo por un estupido amor, un estupido, sensual y hechizante amor. Un amor prohibido, un amor quimérico. Si había alguna forma de poder reiniciar sus dominios, alguna esperanza de recuperar su grandeza, alguna forma de conservar las vidas de las vidas de los reinos allegados, alguna forma de evitar la destrucción de la vida y sobretodo, alguna remota forma de conservarla, alguna forma de conservar su mayor tragedia, su mayor debilidad, su mayor error, su mayor pecado.  Haría hasta lo imposible por ello.
Aunque eso significara desafiar a los dioses que según el león blanco, tanto la odiaban, aunque eso significara renunciar a todo lo demás,no dudaría ni un segundo, ante nadie y ante nada, no después de todas las decisiones que había tomado, que la habían llevado a ése preciso momento, ahora que había descubierto el camino que debía seguir: rompería la maldición, salvaría a los reinos, evitaría que la masacre se desatara y para ello, debía olvidarla, sacarla de su mente, su único consuelo era creer en lo que Rose había dicho: ellas estaban destinadas a encontrarse. Siempre.

Volvería a encontrarse con su "príncipe"

Lucy

Con algo de entumecimiento logró levantar su cuerpo, para darse cuenta de que el frío ya no estaba más, sus prendas habían sido removidas y cambiadas por un enorme, gastado y sencillo camisón blanco. Una gran cantidad de pieles cubrían la cama, pieles oscuras, grisáceas, rojizas y claras, de distintos tamaños y texturas. El fuego estaba vivo en la chimenea con sus bailarinas llamas y seductora calidez mientras que las ventanas permanecían selladas con enormes pedazos de madera. Al enfocar más su mirada en reconocer el entorno pudo darse cuenta de la presencia del pelirrojo y la arquera desplomados a su lado en un profundo sueño. Lucy sintió un gran alivio al poder admirar como es que sus cuerpos se movían sigilosamente acorde a sus respiraciones. Estaban bien, seguían a salvo.
Realmente había sido muy imprudente haberlos llevado consigo ante semejante situación.