༻ Capítulo 63: Bebe la sopa ༺

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Después de que el informe del tercer príncipe fuera enviado a la capital, estalló una disputa en la corte sobre cómo resolver el problema de este Ejército Baiding.

La mayoría de los cortesanos pensaban que la rebelión era un gran delito y que no debía tomarse por las nubes y reprimirse a la ligera, pues de lo contrario otros seguirían su ejemplo y se desataría el caos.

El Emperador también estuvo de acuerdo. Pero qué hacer al respecto era otro problema. Ya sin líder, el Ejército Baiding estaba dispuesto a rendirse, pero no depondrían fácilmente las armas sin una promesa de la corte. Había tanta gente que no podían matarlos a todos. Si hubiera que encerrarlos, no cabrían en una cárcel grande.

Un grupo de funcionarios ofrecen sus consejos y discuten entre sí.

Sólo cuando el Emperador An Qing se impacientó, el supervisor imperial Li Anmin se adelantó para expresar sus pensamientos.

Por un lado, no se podía dejar marchar a los líderes del Ejército Baiding y, aunque hubieran escapado, se debía emitir una orden de detención contra ellos. En segundo lugar, la mayoría de los que se alistaron en este ejércitos fueron alentados por traidores y, como dice el refrán, la ley no culpa al pueblo¹. Aunque sea para apaciguar al público, la sanción no debe ser demasiado elevada.

El emperador An Qing tenía dolor de cabeza: "Entonces, ¿qué castigo propones?"

"¿Por qué no enviamos a estos soldados y rebeldes a vigilar la frontera?"

Las palabras del supervisor Li estaban bien fundadas: "Suzhou es la más cercana a Yanzhou, y Yanzhou es una vasta zona fuertemente custodiada por soldados. De esta manera, podemos dar un escarmiento a los rebeldes y lograr el propósito del castigo, y al mismo tiempo, podemos decirles a estas personas que vayan a la frontera a trabajar en el desierto, lo cual es algo bueno."

La pena de destierro se ha utilizado a lo largo de los tiempos, pero para un delito tan grave como la rebelión, el destierro se considera un castigo más leve. Sin embargo, también cumplió el propósito de dar un escarmiento a los culpables, sin enfriar los corazones de la gente de todas partes y demostrando la benevolencia de Su Majestad.

El Emperador reflexionó sobre la idea y le pareció buena, por lo que redactó el decreto imperial y lo envió a Suzhou y Yanzhou respectivamente.

Cuando el tercer príncipe recibió el decreto, su rostro se ensombreció. Le había pedido al maestro taoísta Liao que fuera a Suzhou con él para montar tal espectáculo, con el fin de ganarse algo de crédito. Pero ahora, antes de que llegara, el pueblo rebelde ya se había rendido voluntariamente a Shentu Xu, así que aunque el Emperador An Qing lo favoreciera, el mérito no será suyo.

Tras lanzar una fría mirada a Shentu Xu, el tercer príncipe sacudió su manga: "Ahora que esto está hecho, pediré al general Shentu que envíe a sus tropas para escoltar al pueblo, y yo regresaré a la capital para reanudar mis funciones".

Shentu Xu estaba un poco sorprendido ahora, al ver que estaba a punto de irse, finalmente dio un suspiro de alivio y le observó respetuosamente.

...

Cuando el tercer príncipe regresó a la capital, Yanzhou recibió el decreto y varios generales se alegraron al oír que los diez mil miembros restantes del Ejército Baiding habían sido enviados a Yanzhou.

Yejing en realidad les dió una bencidión.

Yanzhou es una zona muy extensa, y como Beidi había irrumpido a menudo en la ciudad en años anteriores, muchas personas habían resultado muertas o heridas, dejando tras de sí muchas casas deshabitadas, y ahora no se temía que no hubiera lugar donde alojarlas. Todos esperaban la llegada de estas personas.

The Tyrant's Beloved Empress // Traducción EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora