༻ Capítulo 65: Reasentamiento de personas ༺

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A mediados de junio, Shentu Xu llegó finalmente a Yanzhou con casi 10.000 "prisioneros" a cuestas.

Aunque habían recuperado la vida, seguían condenados al exilio. El trato a estas personas a lo largo del camino no fue realmente bueno. Todos vestían ropas harapientas y estaban delgados.

Durante los días de la escolta, Shentu Xu se había puesto en guardia para evitar más problemas, por lo que se apresuró en el camino. Cuando llegó a Yanzhou, vio a Xiao Zhige dirigiendo a sus tropas para tomar el control y finalmente se sintió aliviado.

Tras un recuento de personas y la entrega del decreto oficial, la tarea de Shentu Xu quedó completada, y aún había asuntos que le esperaban a regresar a Suzhou. Por lo que marchó sin quedarse el tiempo suficiente para ocuparse del asunto.

Xiao Zhige tuvo que guiar a las personas para reubicarlos.

La ciudad de Yanzhou aún no había empezado a expandirse, y como había mucha gente, no era aconsejable dejarles entrar inmediatamente en la ciudad. Fue una suerte que se hubiera construido un refugio provisional fuera de la ciudad, así que la gente fue conducida allí enseguida.

Aunque estas personas habían tenido una oportunidad de vivir, aún sentían aprensión por el hecho de ser exiliados a Yanzhou y ser desarraigados de su tierra natal. Pero con el Señor de la Guerra del Norte frente a ellos, nadie se atrevió a resistirse. Todos se resignaron a su destino y fueron conducidos entumecidamente por los soldados en otra dirección fuera de la ciudad.

Habían pensado que tendrían que vivir en el desierto o trabajar día y noche como jornaleros. Pero cuando llegaron, vieran hileras e hileras de chozas de paja en la parte norte de la ciudad.

Más allá de las chozas de paja, habían docenas de grandes ollas colocadas en el campo abierto, hirviendo gachas de arroz a fuego lento.

Los rostros entumecidos de la gente se levantaron de pronto con impaciencia, mirando ansiosamente las chozas de paja y las gachas calientes no muy lejos y murmurando si eran para ellos.

Había tanta gente, que aunque sólo discutieran en voz baja, el ruido seguía siendo lo suficientemente alto. Xiao Zhige levantó la mano e inmediatamente un soldado tocó el gong, llamando a la aldea y a otras personas de la multitud para que salieran.

La mayoría de los integrantes del ejército Baiding, aparte de unos pocos llegados de fuera del país, procedían de los alrededores del condado de Kangyong, en Suzhou. Se conocían o eran parientes y viejos amigos. Aparte de la gente corriente, también había entre ellos algunos ancianos de la aldea. Con una población tan grande, era imposible para Xiao Zhige enviar a su propia gente a cuidar de ellos, así que lo mejor era dejar que ellos se ocuparan de su propia gente.

Después de que la multitud se agitara durante un rato, la gente empezó a acercarse de uno en uno, y todos eran personas mayores. Miraban a Xiao Zhige y a los demás con inquietud, como si fueran prisioneros a la espera de su ejecución. 

En este punto, el papel de An Changqing y los demás se hizo evidente al reunir a todas estas personas. An Changqing y algunos de los ancianos les hablaron de los preparativos y luego les pidieron que les transmitieran las normas y reglamentos al resto de personas.

Cuando An Changqing terminó de hablar, las personas se quedaron atónitas. Sólo pensaban que no les quedaría nada que esperar cuando abandonaran su tierra natal, y que estos días sólo estarían entumecidos y esperando la muerte. Pero cuando llegaron a Yanzhou, no sólo no les trataron como prisioneros, sino que incluso les dieron una salida.

The Tyrant's Beloved Empress // Traducción EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora