Capítulo 18. Todo mal

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Antes de que pueda repasar todos los insultos que conozco tanto en inglés como en español, Juancho aparece en la puerta de la cocina acompañado por... Lucas, la cereza del pastel.

-¿Han escuchado lo del nuevo alcalde?- pregunta Juancho, agarrando un nacho y bañándolo en salsa guacamole. Lleva gafas de sol aún estando en casa, el muy tonto -. De locos, ¿verdad?

-Nos acabamos de enterar- murmura mi padre a regañadientes, y es solo entonces que noto que Lucas no ha entrado en la cocina.

El gran pendejo se mantiene en la sala, mirando con desdeño nuestros escasos muebles y los pósters que hemos usado para decorar las paredes, y esto me hace preguntarme una cuantas cosas: por qué ha venido? Cómo puede ser amigo de mi hermano si está claro que me odia a mí y a los como yo?

No entiendo nada.

Mientras los demás discuten sobre las elecciones en español, me levanto de mi silla y me dirijo hacia Lucas. Está girado hacia el póster de Gloria Trevi, así que no me ve llegar y se lleva un buen susto cuando le repiqueteo los dedos en la espalda.

-Que coño haces aquí.

Ni ha sonado a pregunta. Ha sido más como una afirmación inexpresiva, como si estuviera leyendo un anuncio aburrido en voz alta.

Él da un respingo y se gira hacia mí enarcando una ceja. Lo recorro con la mirada más altiva que conozco, escaneándo sus zapatos Jordan, su chandal Nike y la cadena de plata que lleva atorada al cuello, hasta que me encuentro con su cara. Y...

Dios mío.

Está aún más guapo de cuando lo ví en clase de filo. No parece haberse afeitado en dos días, porque una sutil barbita se asoma por su mentón y sus mejillas, haciéndolo parecer algo más mayor. Sus ojos grises, que con la poca luz que hay en la sala parecen casi negros, se iluminan divertidos cuando me ve.

-De nuevo tú- susurra, escaneándome a su vez, y yo me estremezco.

Llevo una sudadera de mi hermano y dos pares de calcetines de Navidad, así que no estoy muy presentable que digamos.

-Vaya estilazo- comenta Lucas en tono burlón, clavando sus ojos en los míos -. Pareces una modelo de pasarela.

Me sonrojo tanto que siento que las mejillas me van a explotar. Intento mantener el autocontrol, pero no lo consigo: Lucas es peligroso, y sus burlas podrían herirme.

Levanto la barbilla para ganar algunos milímetros de altura e intentar disimular que me saca tres cabezas, pero logro exactamente el efecto contrario. Lucas parece un gigante en comparación mía, que hasta tengo que esforzarme para verle la cara.

-Oh, tranquila, si quieres puedo bajar yo - Lucas se agacha en el suelo y sonríe-. Mucho mejor, ¿no? Así no tendrás que mirarme con el mentón levantado como una subnormal.

¿Porqué los chavos buenos tienen que ser tan idiotas?

¡Conciencia! Lucas no está bueno.

Está buenísimo, pequeña mentirosa.

No está... Vale, sí, no se puede decir que no sea guapo. Su simetría hace su cara objetivamente atractiva, pero no es para nada mi tipo, ¿vale?

Eso lo dices porque aún no lo has visto sin ropa.

¡No me lo puedo creer! ¡Hasta mi conciencia intenta boicotearme! Esta es una situación de locos. Tendría que estar encerrada en una loquera de máxima seguridad en lugar de andar suelta por ahí.

Me enderezo con la espalda y bufo.

-Que gracioso-  musito entre dientes, cruzándome de brazos. Quiero que se vaya de mi salón ya -. Me pregunto porqué no estás trabajando en un circo en lugar de ir molestando chicas en sus propias casas.

Simplemente VanesaМесто, где живут истории. Откройте их для себя