Capítulo 30. V de Vendetta

78 48 31
                                    

Chris y yo entramos en el primer supermercado que encontramos y nos dirigimos rápidos como balazos hacia la sección de limpieza.

-¿Estás segura de que esto va a funcionar?- me pregunta mi amigo, extrañamente escéptico.

Yo le dirijo una mirada que tendría que ser considerada como un arma blanca.

-Claro que sí, Christian. No seas pesado.

-Si lo dices tú...

Cogemos todo lo que necesitamos y caminamos de vuelta hacia mi barrio. No me atreveré a subirme a un autobús en mucho tiempo.

Llegados frente a la casa de Karen, nos paramos. Sonrío con malicia.

-Llevo espiando esta vieja arpía aproximadamente desde que me mudé- digo con los dientes apretados.

-¿Y esto significa que eres una stalker?- Chris se rasca la cabeza y yo le calzo un buen madrazo entre la nuca y el cuello.

-No, genio. Esto significa que sé exactamente cuál es su rutina- achico los ojos e indico una ventana del segundo piso-. A las ocho y cuarenta y tres en punto, se ve luz a través de las cortinas- bajo mi dedo hacia otra ventana, y Chris lo sigue como si su vida dependiera de ello-. A las ocho y cuarenta y cinco, la vieja arpía se encierra en el baño, para salir de ahí solo a las nueve y veinte.

-¿Qué hace todo ese tiempo en el baño?

No despego los ojos de la casa.

-No lo sé y no quiero descubrirlo, Chris. Ahora céntrate, por favor.

-Vale, pequeña enana. Pero tengo la sensación que uno de los tuyos me mira feo.

Bajo la mirada hacia el enano al que le han dibujado el pito y suelto despacio el aire, molesta, mientras Chris se hecha a reír como loco.

-No es divertido. Crece un poco, Chris.

-Me lo dicen todos, pero evidentemente tengo unos cuantos problemas en entenderlo.

-Ya veo...- suspiro, intentando no perder la paciencia y mandar todo mi plan al carajo-. Ahora son las ocho. Tenemos exactamente una hora antes de que Karen se levante, y luego otros veinte minutos mientras está en el baño.

-Esto parece una novela de Sherlock Holmes contada por parte del villano.

-¿¿¿PERO QUÉ...???

Uno, dos tres, cuento mentalmente para calmarme.

Uno, dos tres.

Uno, dos tres.

-¿Por qué te has quedado muda, pequeña enana?

Uno, dos, tres.

Calma Vi, tú puedes con tal nivel de infantilidad.

Uno, dos, tres...

-Viii, ¿Por qué no me contestas?

UNO, DOS, TRES.

-Viii...

UNO, DO...

-¡Mira! ¡He encontrado a otro enano con pito!

-¡¡¡CÁLLATE, CHRIS!!!- grito de repente, explotando como una bomba de tiempo.

Chris se parte en dos de la risa frente a mi cara roja de rabia, y yo piso fuerte el suelo para minimizar mis ganas de matarlo. En estos momentos quisiera llevar conmigo una resortera.

-No te alteres, enanita- me susurra mi amigo, silbándome en los oídos-. ¿Qué estabas diciendo?

Respiro hondo, e inhalo y exhalo cuatro veces antes de agacharme, tomar un rollo de papel higiénico de los bolsos del supermercado y dárselo a Chris.

Simplemente VanesaWhere stories live. Discover now